20 de agosto de 2009

La experiencia de la Subsecretaría de Economía Social y Solidaria de la Municipalidad de Rosario

Omar Isern y Pablo Suárez

Un conjunto de militantes sociales nucleados en el grupo Obispo Angelelli de Rosario asumió en diciembre de 2003 la Subsecretaría de Economía Solidaria, perteneciente a la Secretaría de Promoción Social de ese municipio. El objetivo del grupo es impulsar el surgimiento de proyectos de economía social que permitan generar inclusión laboral, en una ciudad con una de las tasas de desocupación más alta del país. También buscan avanzar en esas políticas a través de procesos participativos que involucren a todas las organizaciones sociales con las que se vinculan en procesos de trabajo.

El Grupo Obispo Angelelli se reivindica como “parte de un movimiento eclesial al que se le pueden poner de apellido la opción por los pobres” y reúne a militantes de las comunidades eclesiales de base, la Mesa de Encuentro Barrial, centros comunitarios, asambleas barriales y organizaciones no gubernamentales.

El actual subsecretario de Economía Solidaria de la Municipalidad de Rosario, Omar Isern, y el coordinador general de la Subsecretaría, Pablo Suárez, dialogan sobre cómo fue el pasaje del trabajo en las organizaciones sociales a la función pública, las acciones implementadas para fortalecer la participación social en las políticas municipales y la estrategia para fomentar el asociativismo desde el Estado local.

¿Cómo llegaron a este espacio?
O.I.: En este momento somos funcionarios públicos producto del trabajo en las organizaciones sociales. El nucleamiento de organizaciones hizo posible que contribuyéramos con un sublema en la elección del intendente y que, luego, se generara una Subsecretaría para que pudiéramos desarrollar nuestras ideas.

De la organización social al Estado

¿No perdieron el espacio entre las organizaciones luego de llegar al gobierno?

O.I.: No, lo mantuvimos. Ese es uno de los riesgos que no queríamos ni queremos correr, que nos gustara este sillón y quisiéramos quedarnos acá de por vida. Eso no le hace bien a nadie. En todo caso, si nos quedamos, es para mantener el mismo espíritu con el que llegamos, pensando que estamos representando a un sector de la población. En el momento que nos olvidemos de esto, vamos a comenzar a ser infieles a lo que nosotros mismos nos propusimos. Tener un anclaje con las organizaciones, entablar discusiones permanentes con ellas nos ayuda mucho. No estoy idealizando esto, y hay cosas que no me terminan de conformar, pero estamos hablando de un nucleamiento de 60 organizaciones que están haciendo un proceso juntas, donde buscamos superar las situaciones particulares, sin dejarlas de lado, pero poniéndonos como objetivo formular políticas públicas.

¿No hubo problemas en el espacio?
O.I.: No, al contrario. En nuestra organización ahora decimos que hemos participado electoralmente y somos parte de un frente electoral. Como tal, queremos conservar nuestras raíces, nuestra pertenencia de organizaciones sociales, pero ir por más, y no en el sentido de cargos, sino para defender que las políticas públicas sigan teniendo esta dirección y que puedan ser formuladas y diseñadas teniendo en cuenta nuestra opinión como militancia de base. En nuestra organización hemos trabajado en los últimos tiempos una cantidad de producciones que parten de la base de discusiones generales pero, además, poseen cuestiones particulares que guardan relación con nuestros recorridos de los barrios. De alguna manera, esto es aprovechar el conjunto de los conocimientos de las organizaciones para proponer políticas públicas y, a la vez, dar soluciones concretas. En este agrupamiento hay desde instituciones de fútbol infantil, vecinales, comedores, sociedades de fomento; muchas tienen una trayectoria de muchos años y, en otros casos, son de reciente formulación.

La asociatividad como propuesta política

O.I.: Vemos el asociativismo como una necesidad imperiosa de esta sociedad individualista del “sálvese quien pueda”. Es un valor que hemos experimentado en nuestros lugares de pertenencia todos aquellos que nos preocupa lo social. Por otro lado, los niveles de pobreza y exclusión que tiene esta sociedad nos obligan a juntarnos con otros para pensar una sociedad distinta. El asociativismo es una herramienta en este camino de búsqueda de una sociedad mejor. Estamos convencidos de que la única forma de sacar adelante una sociedad es el cara a cara, porque también en este sentido hay demasiadas expectativas puestas en lo electrónico. No se convoca a una manifestación por Internet o por una lista de correo electrónico. Es una herramienta válida para comunicarnos con regularidad y mantenernos informados entre pares, pero sólo el compromiso, el poner el cuerpo, permite desarrollar acciones concretas. La crisis de los partidos políticos, la falta de credibilidad en la partidocracia clásica, hizo que busquemos refugio en organismos intermedios. De ahí, la proliferación de tantas organizaciones de base o intermedias que buscaban un modelo nuevo de sociedad han sido cooptadas por los partidos. Más aún, han sido promovidas para reemplazar al clásico local partidario.

¿Qué políticas implementaron para la promoción de la asociatividad?
O.I.: En Rosario tuvimos una experiencia interesante, ya que el gobierno municipal, sobre todo desde la crisis de fines de los 90 y principios del 2000, tuvo la voluntad política (a partir del mandato del ex intendente Hermes Binner) de acoger una cantidad de propuestas que vinieron en tromba desde la sociedad hacia un gobierno que se consideraba el más cercano, como es el Municipal. Se tomaron esas propuestas y se armaron foros permanentes, sobre todo para trabajar la emergencia en el momento más duro de la crisis. Se acompañó al conjunto de las organizaciones en el proceso e incluso se las apoyó para que fueran a dialogar con la intendencia y reclamar lo que necesitaba la ciudad. Eso generó una gran confianza de las organizaciones hacia el gobierno municipal. A partir de ese momento, si bien con anterioridad había una estrecha relación entre organizaciones y programas de promoción social, salud o cultura, esa relación se multiplicó hasta el infinito, al punto de convertirse en política de gobierno.

¿Cómo se estimula la participación social desde el Estado?
P.S.: La participación fue, de alguna manera, el respaldo para sostenerse durante la crisis de representatividad. Desde nuestro lugar en las organizaciones no podíamos imaginarnos otra cosa que no sea seguir charlando y discutiendo con el gobierno local políticas sociales que evitaran la profundización de la crisis. Había una coincidencia en las organizaciones: siempre se intentó marcar una diferencia con la política neoliberal que postulaba el “sálvese quien pueda”. Buscábamos una salida lo más colectiva posible, lo más asociada posible. Ahora bien, ese asociativismo era bastante informal. En el diálogo con el Estado fuimos tomando una mirada más de conjunto.

O.I.: Lo que vemos ahora, pasados seis años de ese momento crítico, es que esa cultura del reclamo ha ido virando hacia exigencias de otro tipo, de otra calidad, si bien sigue habiendo bolsones de pobreza preocupantes. En algún momento el reclamo era “queremos trabajo digno”, entendiendo por trabajo el asalariado. Esa idea de trabajo digno se ha resignificado hacia “quiero ser artífice de impropio destino”. Esto no se puede generalizar, pero en nuestra Subsecretaría es una constante. Hoy el subsidio que se da a los emprendimientos que comienzan, que es absolutamente necesario, no alcanza. Muchos ya no quieren un subsidio, sino un crédito, y se comprometen a devolverlo. Nos está faltando, y en eso estamos empeñados para la próxima gestión, en generar un fondo de microcrédito que pueda ser utilizado y apropiado por lo productores populares.

P.S.: Nosotros estamos potenciando un proceso que se viene dando socialmente. En el año 2001, lo más votado en presupuesto participativo en el distrito donde vivo fueron cajas de alimento, y en segundo lugar medicamentos. Ahora buscás esto en las propuestas y no está.

¿Han tenido oportunidad de discutir esta mirada con funcionarios de otros municipios?
O.I.: Difundimos la propuesta en la medida de nuestras posibilidades. Para hacer algo así se requiere voluntad política, lo cual no se encuentra en todos lados ¿Por qué no está? No lo sé. No es alo natural, sino que se va aprendiendo.

¿Cuáles han sido las dificultades en esta tarea de promover la asociatividad?
O.I.: Hay resistencias internas desde el Estado, porque hay métodos de contratación probados y que sabemos cómo funcionan. Nosotros tenemos el Servicio Público de la Vivienda, que es una organización autárquica de la Municipalidad encargada de construir soluciones habitacionales. Dentro de este servicio está el Plan Hábitat, que trabaja sobre asentamientos irregulares promoviendo el ordenamiento del mismo y construyendo viviendas nuevas para quienes no pueden quedar en el lugar. Todo esto se hace con un trabajo participativo entre los equipos técnicos y las personas beneficiarias. Cuando nosotros llegamos a la Subsecretaría nos encontramos con que las cooperativas no podían participar en este tipo de iniciativas porque se trabajaba con créditos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que expresamente prohibían su participación en los proyectos. Tuvimos que plantear que si el BID apuntaba a promover el desarrollo local, la promoción de que las organizaciones de trabajo fueran autónomas y localizadas en el ámbito del Municipio era fundamental. Era un contrasentido lo que se hacía, pues sólo se podían contratar a empresas privadas. Esa fue una tarea titánica, donde tuvimos que vencer resistencias a crear nuevos instrumentos. Hace tres años que se viene haciendo este trabajo y se logró que las cooperativas puedan ser contratadas por un sistema de licitación exclusivo. Ahora, están participando unas 20 cooperativas de trabajo y, entre todos los servicios públicos, serán unas 60 en total.

P.S.: La otra resistencia es el preconcepto de que las cooperativas no tienen la calidad ni la capacidad para dar finales de obra, cualquiera sea la característica. Sin dudas algo de eso hay, pues el grado de informalidad de muchas cooperativas es alto y no hay continuidad. Pero hay que considerar que se rompió toda una cultura de trabajo. Por tanto, pedirle a la cooperativa que de buenas a primera tenga calidad es demasiado. Además, vimos que con el tiempo mejoran.

O.I.: Lo interesante, además, es que los funcionarios fueron modificando su mirada y comenzaron a percibir no sólo la obra, sino un montón de otras cosas que se daban. A veces hablamos de innovación y pensamos en tecnología, en cosas maravillosas. En estos casos, la innovación ha sido generar la posibilidad de que muchos trabajen y que se repartan económicamente beneficios en forma más equitativa.

El vínculo desde el Estado con las organizaciones sociales

¿Cómo se plantean la relación con las organizaciones sociales?

O.I.: Este proceso fue acompañado por las organizaciones sociales, que han ido ofreciendo sus capacidades. Las organizaciones nos fueron planteando qué podían hacer y qué necesitaban que le sostuviéramos. Hay gran cantidad de organizaciones, casi una red, que reciben alguna ayuda del Estado. Sin esto, el Estado Municipal tendría que crear una estructura tan grande para atender todo eso que conviene participar a la sociedad de las responsabilidades. Desde ya esto no es perfecto, no estoy haciendo una apología de la relación, pero es una realidad.

P.S.: Esta forma de gestionar es parte de una concepción política que nos está hablando de la ciudadanía y el Estado como un gestor que garantice que los espacios públicos pasen a ser ocupados por la ciudadanía. Con el correr del tiempo vamos aprendiendo que no somos la economía solidaria, sino gente de las organizaciones sociales en el Estado que tienen que favorecer su desarrollo en el seno de la sociedad. Es una cuestión de poner el Estado al servicio de los sectores populares.

O.I.: La mayor parte del presupuesto el Estado lo consume en sus necesidades. Nosotros propiciamos el re-direccionamiento de las compras del Estado a este sector de la economía. Hay un ejemplo muy paradigmático con Rosario. Veinte años atrás se creó la Dirección de Cooperativas y Mutuales y hace 10 años un instrumento legal permitió al Estado Municipal contratar de forma directa a las cooperativas de trabajo que se inscriban y tengan la lealidad necesaria. Este instrumento no se usaba, pues había mucha desconfianza hacia las cooperativas. Ahora, con esa plata se paga mantenimiento urbano, mantenimiento de zanjas, de espacios verdes y estamos incorporando otros rubros.

¿Qué tensiones se generan entre estas políticas participativas y el clientelismo que aún debe subsistir en muchos sectores?
O.I.: El daño que se ha hecho con la relación clientelar, “te doy pero me das”, no se revierte de un día para otro. Está subyacente esto de “necesito, por lo cual me conviene estar cerca del poder”. Esto no está superado, hay que seguir trabajando. En nuestra Subsecretaría hemos sido muy cuidadosos de que todo el mundo tenga la atención que necesita de acuerdo a su situación y no a su pensamiento político, y eso a la larga ha sido una gran fuente de adhesiones. Y, es justo decirlo, uno busca la adhesión a determinadas políticas, no a personas o líderes circunstanciales, pero sí a pensar una ciudad y un sistema de relaciones humanas distintas.

P.S.: Desde la Subsecretaría nos proponemos mejorar los ingresos de los sectores populares a partir de la generación de autoempleo. Aún no tenemos los indicadores necesarios para evaluar y tener una mirada crítica, pero observamos los grupos familiares asociados dentro de un determinado tipo de emprendimientos, que trabajan en redes con otros emprendimientos, comercializan en la feria y sostienen relaciones con la gente de los distritos, han mejorado su calidad de vida. Es decir, no sólo hablamos de ingresos, sino de relaciones con otros a través de la cultura, la salud, la capacitación, el trabajo en común con alguna maquinaria o compras comunitarias. Muchas de estas cuestiones no son impulsadas por nosotros, sino que se están dando entre ellos.

O.I.: Esto no es el resultado del accionar de una Secretaría, hay una confluencia de factores que en esta ciudad han permitido este crecimiento. Esto nos demuestra que este camino es posible.

¿Qué tipo de fortalecimiento necesitan estos espacios?
P.S.: Se están nucleando para armar su propia asociación de productores. Esa es una señal importante: en determinado momento lo que necesitan los emprendimientos es volumen.

O.I.: Necesitan hacer un salto cualitativo y cuantitativo. Cualitativamente, se necesita que cada emprendimiento tenga un componente asociativo importante, que el grupo que comienza tenga una serie de valores, una mirada del mundo; y cuantitativamente, pues lo que se da son muchos emprendimientos individuales o familiares y, cuando descubren que desde su grupo familiar o desde el individualismo tienen un techo bajo, aparece la necesidad del asociativismo entre emprendimientos, y eso es muy valioso. Esto lo estamos promoviendo, buscamos que se generen espacios de confianza y de construcción de objetivos comunes. En el caso de las cooperativas, una de las grandes preocupaciones es que no sean sólo una institucionalidad, sino que se transforme en un modo de vida. Esto no existe sistemáticamente, lo promovemos, buscamos que prime el espíritu cooperativo, que no haya cooperativas donde el que la promovió sea el presidente vitalicio o el dueño.

P.S.: Desde el Estado estamos haciendo una redistribución de la inversión hacia este sector, lo cual te permite intervenir en estas cooperativas para que tengan un ordenamiento diferente, pensar el tema de la rotación de las autoridades, la cantidad de socios, garantizar que los que van a trabajar sean socios y conozcan sus derechos.

¿Cómo lograr esa democracia dentro de las cooperativas?
P.S.: Nos tenemos que dar una estrategia de formación, pues todo esto es algo que estamos pensando y elaborando pero sobre lo cual no hemos avanzado sistemáticamente y se da en algunos casos, pero aún no con todos.

O.I.: Es muy importante el origen de cada cooperativa, quién lo promueve. Desde la Subsecretaría nos preocupamos que el curso inicial para conformar la cooperativa esté hecho, las cooperativas se pueden formar sin asistencia nuestra, libremente. Nosotros promovemos la conformación de cooperativas, pero no el control e las mismas por parte del Estado.

La mirada organizacional y la estatal

¿Hay un cambio de mirada al pasar del trabajo en organizaciones al Estado?

O.I.: Es sideral. Después de casi cuatro años de trabajo en la Municipalidad nos hemos acostumbrado a algunas cosas y a saber cómo mirarlas. Veníamos de una organización de apoyo a comunidades de base y, por lo tanto, teníamos una visión más de conjunto de Rosario. Ahora, tener que mirar toda la ciudad, ya no las organizaciones con las cuales teníamos relación o afinidad, fue apabullante. Por ejemplo, tomamos la decisión de promover el Plan “Manos a la Obra” con toda nuestra energía. El nivel de demanda que surgió en ese primer momento, sin hacer ningún tipo de publicidad, solamente por el boca a boca, fue impresionante. Llegamos a contar con más de 900 consultas por mes. Ahí dimensionamos cuál era el grado de nuestra responsabilidad, así como la insuficiencia de esta oficina para dar una respuesta a todos. Ya no se trataba del proyecto de la organización social que tiene una población objetivo de 50 familias, o el proyecto de trabajo de un grupo barrial. En ese sentido, uno de los desafíos es multiplicar los agentes municipales que tomen esa demanda y la procesen debidamente. En eso estamos limitados en nuestras posibilidades. Igualmente, presentamos 500 proyectos y más de 300 están funcionando.

Los procesos de comunicación

¿Qué estrategias de comunicación están generando para dar cuenta de esta conceptualización en la relación entre el Estado y las organizaciones?

O.I.: Hoy por hoy la estrategia de comunicación se da con cierto grado de unificación en relación a todos los programas de la Municipalidad. Tenemos una gran ventaja que es el nivel de compromiso político del periodismo de Rosario, lo cual nos facilita una gran comunicación masiva. No estoy hablando de los dueños de los medios, sino del periodista que trabaja en esos medios. No lo hemos trabajado hasta el momento como proyecto periodístico, comunicacional, de manera integral. Recién ahora lo estamos haciendo. Por ejemplo, estamos poniendo nuestras energías en conceptualizar la economía solidaria para sacarla de esta idea generalizada de que es una economía para pobres. Buscamos dar a conocer ejemplos en donde empresas sociales pueden dar respuestas en escala y, en esto, las empresas recuperadas han provocado un aporte muy importante.

Las dificultades y los desafíos

¿Cuáles han sido las mayores dificultades?

O.I.: El tema menos desarrollado son los espacios de comercialización en conjunto. En parte esto se debe a restricciones presupuestarias, pus si bien hay cosas que se hacen con poca plata, para otras se necesita inversiones importantes. Igualmente, en estos últimos años se conformó una masa crítica importante que hoy nos permite apuntar a la generación de centros de comercialización, buscar el asociativismo entre organizaciones.

¿Cuáles son los desafíos hacia adelante?
O.I.: Hay que seguir haciendo un trabajo intenso en los sectores populares, para no olvidarnos de ellos. En este sentido, hay un doble desafío. Por un lado, dar respuestas a estas nuevas realidades que se han conformado. Por otra parte, no olvidarnos de quienes siguen siendo el último orejón del tarro, evaluando de qué manera continuamos haciéndoles recorrer este camino. Nuestro desafío es crear organizaciones de trabajo más complejas, cooperativas que tengan una escala importante. Si no logramos eso, toda nuestra tarea se puede transformar en una nueva forma de asistencia. Los casos de empresas con gran desarrollo, por lo menos en nuestro caso, están contados con los dedos de las manos.

¿Cómo piensan la sustentabilidad de este trabajo?
O.I.: Estamos trabajando en una ordenanza para que la economía solidaria se consolide más allá de quien gobierne. Tenemos el proyecto redactado, que se hizo de forma participativa con todos los emprendedores que quisieron participar, y estamos recolectando adhesiones para presentar el proyecto en el Consejo Municipal. Esto es fruto de un proceso de dos años de trabajo de un equipo de la Universidad de Rosario acompañados por nuestra Subsecretaría. Esto es lo más estratégico que tenemos. Luego tenemos el espacio de discusión permanente de las organizaciones. Pero creo que el cambio importante se produce desde el advenimiento de la nueva institucionalidad. Venimos de una militancia social, política o eclesial donde la preocupación por un mundo más equitativo estaba. Ahora bien, teníamos una forma de mirar la transformación de la realidad que era inmediatista. Los cambios tenían que ser ya y, además, había que cambiar todo pues sino no cambiaba nada. Desde el ´83 para acá se produce un cambio en esta mirada, por lo menos en muchos sectores. Ha sido muy importante para todos los militantes que quedamos vivos la relación con los sectores populares, el contacto con ellos nos cambió nuestra visión. Nos dimos cuenta que los tiempos del pueblo son distintos a los tiempos de los que queremos transformar la realidad. En esto contribuyeron mucho los aportes que hicieron instituciones como el Instituto de Cultura Popular (INCUPO), que difundió un modo de trabajar con el pueblo que asimilamos muchos. Esto de crear instrumentos de educación popular para partir desde el ritmo del pueblo para pensar cambios es muy importante. Es clave trabajar al lado del pueblo sin apresurar los pasos, pero tampoco sin dejar de dar el paso que podemos. El Partido Socialista también hizo una mirada crítica de su propio caminar y tuvo la capacidad de entender que había otros que estaban pensando de otra manera y que había que apoyar. Esta apertura no se dio sólo con el Grupo Obispo Angelelli, al cual pertenezco, sino con muchos otros. La mirada que desarrollamos implica ponerse a pensar juntos qué podemos hacer y hasta dónde nos da el cuero para algo nuevo.


Procesos en construcción, experiencias y reflexiones desde lo social, Ministerio de Desarrollo Social, UNDP, Buenos Aires, 2007, pp. 135-145.

Movimiento por la Carta Popular: Una iniciativa política de organizaciones sociales

Eduardo Balán


El Movimiento por la Carta Popular es un iniciativa política promovida por más de treinta organizaciones sociales y barriales de Moreno, José C. Paz, San Miguel y Malvinas Argentinas, que conformaron la Red de Organizaciones de Noroeste del Gran Buenos Aires. La Red viene trabajando desde el año 2003 con el objetivo de articular acciones conjuntas sobre temas de preocupación vecinal que involucran sus barrios de alcance. En el 2006 realizaron una consulta popular que recogió la visión de 1500 familias acerca de las necesidades barriales y de los modos de mejorar la participación y la democracia, para luego impulsar y coordinar la elaboración participativa de una serie de propuestas político sociales a nivel vecinal y barrial. Ese mismo año lograron en San Miguel la aprobación del presupuesto participativo y, en el 2007, la reglamentación del mismo, disponiendo del 5% del presupuesto para ser debatido comunitariamente.
Las organizaciones que integran esta experiencia buscan la construcción de una democracia participativa en su región, que incorpore el protagonismo comunitario, el presupuesto participativo, la justa participación de los sectores popular en la generación y distribución del trabajo y la riqueza, el desarrollo local y la economía social.

Eduardo Balán de la organización El Culebrón Timbal, artista, músico, cantor, dibujante y maestro es uno de los referentes de este proceso político comunitario que se da en el conurbano bonaerense.

Balán analiza aquí cómo fue el trabajo de articulación de más de 30 organizaciones sociales en el marco de un proyecto común, y da cuenta de la concepción de la comunicación que la guía, que supera la mirada mediática y funcionalista de la misma para vincularla a cuestiones políticas y culturales.

El comienzo de la experiencia

¿Cuándo surge la carta popular?
En el 2004, con una inquietud que pasaba por lo comunicacional. Editábamos entre todos una publicación gráfica, que hoy se llama la Posta Regional. Eso generaba la posibilidad de integrar un consejo editorial entre distintas organizaciones y tener una voz común, acá en la región, para discutir políticas sociales. Llegamos a ese encuentro a partir de unos cuatro o cinco años de habernos cruzado en trabajos comunes, en festivales como los “Aguante la cultura” o bien campañas, como la que hicimos con las guarderías de la red El Encuentro en el momento que corrieron el riesgo de que no las financiaran más, o bien con la defensa de El Colmenar. En distintas oportunidades nos habíamos cruzado, y lo que nos articuló más fue esta iniciativa de elaborar un medio comunitario. A medida que sacamos distintos números vimos que una estrategia comunicacional coherente no se podía agotar en un medio de comunicación, sino que tenía que buscar espacios de intercambio, de formación y a la vez realizar acciones públicas culturales. Como un complemento de la Posta Regional fue apareciendo la idea de la Caravana Cultural de los Barrios, y al segundo año que hicimos la Caravana apareció el tema más político. En cierta forma habíamos logrado una estrategia de comunicación, pero el tema era pensar en función de qué proyecto político-social lo íbamos a instrumentar. Ahí nos dimos cuenta de que no teníamos realmente un mecanismo de democracia participativa que permitiera construir un proyecto político para la región y le dimos forma a la Campaña por la Carta Popular, que es básicamente un intento de elaborar una visión política con la opinión de vecinos de los distintos barrios. Como se ve, fue un proceso que duró varios años.

¿Qué es la Caravana Cultural de los Barrios? ¿Cómo se conjuga con otras actividades?
La Caravana Cultural de los Barrios es un evento anual que llevamos adelante con treinta organizaciones comunitarias del noroeste del conurbano bonaerense. Básicamente es una marcha de entre diez y veinte carrozas gigantes que recorre durante varios días los barrios en un acto festivo cultural, pero que es también un acto político. La Caravana está anunciando cada año que tenemos que construir una democracia participativa, no sólo representativa. Es el evento cultural más importante del Movimiento por la Carta Popular, desde el cual intentamos desarrollar un proceso en los barrios con las instituciones, con la militancia, también con los funcionarios y representantes institucionales, para dar un debate acerca de la conformación alternativa que tiene que darse en todo el sistema. Para nosotros cada barrio tendría que ser una unidad de producción política, con vecinos que tengan capacidad de manejo de presupuesto público y decisión sobre su proyecto de infraestructura. La forma de discusión y decisión de lo público que existe actualmente, está agotada. Hay que discutir otro tipo de municipios, otro tipo de cartas orgánicas municipales. Ese proceso no puede ser de la noche a la mañana. El Movimiento por la Carta Popular es un movimiento que trata de ir avanzando hacia esa visión. A nivel barrial hace varios años que estamos haciendo unas ferias que se llaman “Aguante la cultura” y tenemos un diario que se denomina “La Posta Regional” y sale cada dos meses. Son todos instrumentos de las organizaciones de la Carta Popular hay organizaciones de economía social, bibliotecas populares, comedores, guarderías, huertas comunitarias y hay gente que labura con el microcrédito en una óptica que se enfrenta con toda la cuestión usurera de un montón de instituciones que tienen que ver con el microcrédito, incorporando también la idea de desarrollo local.

La mirada comunicacional y los vínculos comunitarios

El movimiento comenzó primero por una intención de generar una estrategia de comunicación ¿Cómo conciben ustedes la comunicación?

En El Culebrón habíamos hecho investigaciones que tiraban por tierra un montón de clichés en torno al tema de la comunicación. Realizamos una encuesta en el año 97 o 98 a un grupo de guarderías que eran de la Red El Encuentro, y ahí quedaba claro que en cualquier guardería comunitaria la comunicación con los chicos era muy buena, con los padres ya no tanto y con el barrio nula. Un par de años después, otra investigación que hicimos junto con la Universidad de General Sarmiento y 270 organizaciones del Conurbano Bonaerense mostraba lo mismo: sólo el 9% tomaba sus decisiones consultando a los vecinos y no tenían medios de comunicación propios.
Nosotros ya veníamos con la conciencia de que la comunicación no era sólo cuestión de medios y folletos. Pensábamos en la necesidad de tener una estrategia integral que combinara, en un mismo territorio, las acciones en el espacio público, la construcción de redes, una estrategia política, y desarrollo de medios de comunicación en el marco de todo eso. No era al revés, por eso decía que antes de la Posta Regional existieron cuatro años de “Aguante la cultura”, se hicieron “aguantes” en cuarenta lugares antes de decidir hacer un diario todos juntos. No empezó por el diario, empezó por el evento en el barrio, y desde allí la necesidad sentida de que todo esto hay que decirlo en un material que llegue a todos lados. Se mezclaron dos cosas, por un lado una investigación teórica sólida, y por otro lado una vocación de construcción en lo territorial que también es sólida. La tercera investigación, que nos confirmó la línea en la que veníamos es la Carta Popular. Las consultas familiares ratificaron lo que ya conocíamos: que el 70% de los vecinos de los barrios no eran consultados por nadie. Entonces, ¿de qué sirve un folleto más en un barrio si hay vecinos a quienes en los últimos diez años nadie les preguntó nada? Se le puede entregar otro folleto que hable de lo solidario, pero la persona no pasa de ser un mero receptor de otro material. Eso significó tirar para atrás toda una serie de teorías que nosotros teníamos en el campo de la comunicación.

¿Cómo fue el proceso de invitar a otros a sumarse?
Complicado. Nos encontramos con algo que subyace en todos nosotros: una especie de desconfianza, de miedo a apostar por propuestas de trabajar en conjunto. Esto se da tanto desde el lado de quien propone la articulación como del lado de quien recibe la propuesta. Fue un proceso en donde hubo muchas idas y vueltas, pero siempre muy democratizador. Eso fue una garantía. Tanto las consultas familiares como las caravanas y las herramientas que fuimos creando, tendieron a abrir l discusión y democratizarla. Nunca le cerramos la puerta a nadie. A veces nuestro problema es exactamente ese: que la política sea no cerrarle la puerta a nadie frente al hecho de que muchas organizaciones están más acostumbradas a prácticas de lobby, o buscan encerrarse meramente en aquello que les da más poder. No obstante, el crecimiento fue muy notable desde que comenzamos y creo que lo será mucho más a futuro.

¿Fue clave haber trabajado en común previamente?
En nuestro caso hubo que demostrar que de verdad había ganas de articular. Nosotros, como El Culebrón, antes de consultar a El Colmenar sobre la posibilidad de integrar una experiencia política juntos, ya habíamos trabajado diez o quince veces en eventos, llevando el sonido, haciendo los dibujos para los afiches y las campañas. Algo similar pasó con los demás. No nos habríamos animado a hacer algo con El Colmenar, con Defensores del Chaco o con la mutual Primavera si antes no nos hubiéramos conocido desde la cuestión solidaria y desinteresada. Con algunos se pudo dar y con otros no, también colaborando con sectores políticos que en muchos casos te diría que incluso hoy están combatiendo nuestra propuesta. Si uno cree que hay que construir una herramienta de articulación tiene que demostrarlo haciendo en ese sentido el tiempo necesario hasta que el otro se de cuenta que la cosa va en serio. El tema de proponer una articulación o algún tipo de ámbito conjunto, sin nada concreto es un “quilombo”, porque nadie te conoce, nadie sabe quién sos. Antes de los acuerdos sobre un proyecto en conjunto lo primero es demostrar que uno quiere a la otra organización. Eso hay que mostrarlo arriesgando cosas. Nosotros hicimos eso. Entendíamos que había que reconstruir el tejido social y nosotros disfrutábamos haciéndolo. Por eso el carromato, el sonido, los dibujos, la murga, todo lo que teníamos a mano lo poníamos a disposición de lo que necesitaran las organizaciones. Fueron cuatro años de laburo con esa mística. Cuando llegó el momento de proponer hacer algo juntos ya contábamos con todo un recorrido. Esto no es casual, estamos convencidos de que laburando sólo coordinadamente no se producen los cambios políticos que hay que producir. Entendemos que los cambios políticos que se necesitan no se garantizan ni con la proliferación de las organizaciones comunitarias (no es que con diez millones de organizaciones comunitarias más hoy discutirías la distribución de la riqueza); ni siquiera con que estuvieran coordinadas todas estas organizaciones. Tiene que haber, además de todo eso, la voluntad política de convocar al conjunto de la sociedad con una idea. Esa es una decisión muy arriesgada, pero hay que tomarla.

Lo organizativo del proceso

¿Cómo se mantiene el espacio?

Tenemos altibajos: momentos de clímax y de meseta. Lo mismo que le sucede a toda experiencia colectiva. El entusiasmo que se le pone a las articulaciones que hacemos depende mucho de lo que pasa en el entorno y de la visión que vamos teniendo. Hay momentos que se ve con mucha claridad que lo más potente que hacemos es el trabajo en red. En otros, las organizaciones se repliegan sobre su trabajo y consolidan lo propio. Es muy fluctuante.

¿Cómo se organiza el movimiento?
Hay una junta promotora que se junta semanalmente. También funcionan comisiones de trabajo: la metodológica, que es la formación; la política institucional, que toma las tareas de representación política; la territorial, que se hace cargo de la relación con las experiencias barriales, y una de comunicación. Hay además una suerte de áreas por temas: una economía social, una de cultura, una comisión que tiene que ver con deporte y otra que trabaja derechos humanos. Tenemos una dinámica de funcionamiento cotidiana y ciertos temas los trabajamos puntualmente.

¿Cómo fue esta tensión entre el trabajo particular de cada organización y la propuesta de trabajo en conjunto? ¿Qué implica esto hacia el interior de las organizaciones?
Es materia permanente de conflicto. ¿Cuánta militancia y trabajo se le pone a los procesos en red y cuánto se le pone a lo que teóricamente es de la propia organización? En el caso de El Culebrón hay una vocación interna que tiene que ver con las redes
Nosotros antes de tener una sede teníamos el colectivo. Para nosotros no hay proyecto por fuera de redes. En términos de financiamiento, por ejemplo, no hay un proyecto que sea solamente de El Culebrón. Todo lo que hacemos, lo hacemos discutiendo y poniéndonos de acuerdo con otras organizaciones. Cada paso que damos está discutido con otros, hay una filosofía ya incorporada. También sucede que resulta muy caótico traducir eso a un funcionamiento cotidiano. Se discute mucho. Es complicado distribuir la energía y a veces existe la tendencia a querer conservar lo propio, partiendo del convencimiento de que eso es lo que te da identidad. Eso no es verdad. Uno no conserva lo propio defendiéndolo, sino ofreciéndolo al intercambio con los pares. Esto es muy lindo decirlo pero difícil traducirlo en trabajo, en horas, en recursos, en iniciativas políticas.

La articulación con otros

En el marco de este proyecto político: ¿cómo es la relación de ese “nosotros” con “otros”?

Depende. La Carta Popular es un movimiento respetado por una metodología que básicamente es siempre la misma. No porque sea bueno estar siempre en lo mismo, sino porque está argumentada, está discutida. Eso te da respeto. Otra cosa que te da respeto es haber logrado dos o tres cosas importantes. Pero más allá de ese respeto, creo que hay un problema en cómo se articula esta experiencia con una experiencia política más fuerte. Hoy no alcanza con el Movimiento por la Carta Popular, no es una herramienta lo suficientemente fuerte. Por eso nosotros estamos tratando de ver y estar atentos a otros espacios políticos y otras cosas que se van desarrollando, queremos ver qué hacen organizaciones más grandes, qué hacen organizaciones nacionales o regionales, porque sabemos que nosotros no podemos resolver ni la distribución de la riqueza, ni la democracia participativa ni el medio ambiente o la lucha por la tierra. Por eso necesariamente tenemos que estar abiertos a la articulación con otros.

¿Qué relación se establece con el Estado en sus distintos niveles?
El Estado no es una cosa monolítica, hay distintos grados de diálogo con distintas instancias en los gobiernos. Me parece que al Estado hay que dividirlo entre los que tienen cargo de gobierno y los que son trabajadores del Estado. Existe una franja de gente, en todos los niveles, que nos estamos dando cuenta de que todo está en cuestión y que hay que transformar las reglas conceptuales con las que nos veníamos manejando hasta ahora. En eso a veces tenemos tanto interlocutores en la militancia política, como en la militancia eclesial o de las organizaciones sociales. Pero en el terreno de lo político tenemos otra gente que está apostando decididamente a que no cambie nada, a reafirmar el sistema para que siga funcionando de esta manera y al que buscan defender a rajatabla. Con los primeros hay una sintonía muy importante porque estamos todos atravesados por las mismas ganas y muchas veces por el mismo dolor. Sabemos que estamos pasando por una etapa de transformaciones y nos toca a nosotros ser los que tengamos que aguantar el tironeo del cambio de etapa sin llegar a ver todavía claramente ni hacia dónde ni cómo es lo que tenemos que construir. Con los otros hay una discusión muy fuerte. En general el planteo de la democracia participativa es aceptado, casi como una cosa pintoresca y novedosa, en el plano de lo testimonial. Hoy no es programa político de ninguna fuerza nacional en condiciones de gobernar, todos hablan de más democracia representativa. Lo que no hay es la voluntad política de instrumentar estrategias de democracia participativa. Ese es el límite.

¿Cuál es el concepto de lo público que plantean?
Lo público es algo más importante que lo estatal. El Estado es una herramienta institucional para llevar adelante un proyecto público que tiene que ser popular, social y comunitario. El Estado es una herramienta. O es parte de un proyecto público y comunitario, o es un lugar de negocios y de interacciones entre grupos poderosos. Vaciado de esa idea del proyecto público y comunitario, es un lugar más de poder, como puede ser también una organización social, un movimiento social, una organización comunitaria, una parroquia, una escuela… Todos pueden ser lugares para negocios personales si no van de la mano de un proyecto público y popular.

Los aprendizajes

¿Cuáles fueron las cosas más fuertes que surgieron de esa consulta a 1.600 familias?

Hay varias cosas. El primer dato pesado es la cantidad de gente que nunca fue consultada en los últimos diez años por nadie, ni por el Estado ni por las organizaciones sociales. Más del 65% de la gente dijo que no la habían consultado nunca, mientras que del resto, la mitad aseguraba que su opinión no fue tenida en cuenta. Esto mostró un grado de alejamiento infernal del barrio respecto a temas que tienen que ver con la política. Se ve que todos los que estamos cerca de la política. Se ve que todos los que estamos cerca de la política estamos como en una suerte de “mundillo” del cual está alejada mucha gente. El otro dato fuerte es que el 98% de la gente dijera que las organizaciones tenían que laburar juntas en el barrio, en red. Eso fue muy contundente como señal. Dijeron: “laburen todas juntas y consulten”. Otro dato es que el 90% de las personas dijo que estaba dispuesta a donar laburo comunitario mensual para un buen objetivo. Estos me parecen los datos más interesantes para pensar un proyecto político.

¿Esto generó debate hacia el interior de las organizaciones?
Sí, el debate está. Pero no se traduce mecánicamente en cambio de prácticas. Conceptualmente tomas el dato, pero la verdad es que toda la práctica institucional te va llevando por otro carril. Llega un momento en donde tenés que violentar la propia práctica. Hoy la realidad te pide que estés detrás de donde va el poder, donde está el apoyo político, donde está el financiamiento. Esto en vez de que uno se ocupe, como práctica política, de saber qué es lo que cree la gente, cuánto poder hay en la gente y cuánto poder hay en nosotros. Es fácil de ver en la teoría, pero difícil de aplicar en la propia práctica. El Movimiento por la Carta Popular es una organización que nació violentando la propia práctica. Nos costó hacer las consultas, fue una discusión política fuerte, hay organizaciones que se fueron al momento de hacer la consulta. A todas nos costó mucho hacerlo: sistematizar la opinión de 90 o 100 familias para ponerlo a disposición de otra red más grande y ver qué opinaba la gente sobre los distintos temas.

¿Qué aprendizajes rescatan de este proceso que aún continúa?
Esta forma de encarar la comunicación, la cultura y la política te obliga a reflexionar todo el tiempo, a salir de los lugares de seguridad e ir a la intemperie, volver a hablar con el vecino, volver al “casa a casa”, a la charla. En definitiva, siempre estás aprendiendo. Lo que nos queda claro es que es fundamental mantener la visión y la continuidad en una estrategia. Hasta el año pasado esa visión y esa continuidad no habían mostrado señales de poder transformar el escenario político. Ahora, lo del presupuesto participativo en San Miguel fue un aprendizaje muy importante, pues notábamos la transformación en nosotros, en la visión, en la espiritualidad y en todo lo que pasaba, pero no sabíamos si esto se podía convertir en un hecho político. Cuando pasó lo de San Miguel aprendimos que además podíamos transformar el escenario político. Ese fue el aprendizaje más fuerte. Lo otro, es que hay que estar dispuesto a cuestionarse y democratizar siempre. Aprendimos que con una red o con una organización no es inteligente dividir la cosa entre organizaciones autoritarias y democráticas, sino que hay organizaciones que están en un proceso creciente y permanente de ampliación democrática y hay otras que deciden truncar este proceso en algún punto. Vos podés tener la organización más revolucionaria o estar en una asamblea barrial o una cooperativa y, en el fondo, aunque parezca en la teoría que sos una organización democrática pues votan veinte tipos, si en realidad esa cooperativa no está en un proceso de creciente democratización, se convierte en funcional al poder aunque tenga una estructura de voto y participación democrática. Ninguno de nosotros está libre de esa posibilidad. El tema no es sólo armar un movimiento de masas, sino saber si ese movimiento está en permanente proceso de democratización o no. La Carta Popular también se puede convertir en un sello antidemocrático, como también puede serlo El Culebrón, si en algún momento se toma la decisión de cortar el proceso de ampliación democrática.

Pareciera que el foco está colocado en la necesidad de pensar el propio proceso, de discutirlo; ¿es común darse estos espacios para poner en crítica los procesos y reflexionar sobre su marcha?
En general eso se problematiza, pero se hace desde la regla del poder. El Movimiento de la Carta Popular: ¿tiene más financiamiento?, ¿más estructura?, ¿tiene cuadros políticos? Si tiene todo esto, está creciendo. Se supone, pareciera, que cuando más gente, recursos y aparato tenés, tu política es la más correcta. Si acumulás poder, es correcto. En realidad, si ese proceso no está inscripto en un proceso de ampliación democrática sos funcional al poder, aunque tengas aparato, recursos y gente, y aunque tengas cada vez más peso específico en la direccionalidad de un montón de cosas. Ahí es donde nosotros perdemos, pues en esas reglas siempre te van a ganar. El poder sabe cómo dominar y cómo ampliar la estructura de dominación. Lo único que nos puede salvar a nosotros es lo democrático. Así que todos los recursos que tenemos tienen que estar puestos en miras a democratizar cada vez más los problemas y los temas.

¿Cuáles han sido las mayores dificultades en este proceso y cómo las han resuelto?
Hay algunas trabas que son operativas, de recursos o capacidades. Ese es un obstáculo que a mí no me preocupa. Sí me preocupa, y es material de laburo todo el tiempo, la dificultad conceptual, de estrategia, de desarrollo político. Por otro lado, el movimiento que edificamos se hizo para resolver esos temas. La voluntad está, buscamos pasar de la cultura de la delegación la del protagonismo democrático. Ese paso es el que estamos transitando.

¿Se dan estrategias de formación?
Sí, permanentemente; nuestra misma práctica política es consecuencia de eso. Ahora, en unos días más, comienza un curso que trata sobre democracia participativa y construcción de poder, que son los dos ejes a laburar. Con ellos buscamos instalar el mensaje de que no se trata sólo de coordinar, sino que entre todos tenemos que lograr acciones que conmuevan al conjunto de la sociedad en función de algo que sea universal.

¿Cuáles son los sueños a futuro?
Hay un tema perentorio: en quince o veinte años se termina el petróleo en el planeta, lo cual le pone a los plazos de lo que uno quiere hacer en política un término bastante acotado. No hay mucho espacio para la tontería. Los sueños que tenemos en la Carta Popular es correr un poco esa línea. Es para que cuando yo tenga ochenta años pueda decir que todo lo que hice en política sirvió para que el mundo sobreviva otros doscientos años más, por lo menos. No quiero ni siquiera la revolución socialista; quiero eso. Lo que pasa es que para lograr eso me parece que hay que hacer una revolución socialista de la democracia participativa. Hay que lograr que de acá a unos años los gobiernos tengan componentes de democracia participativa y de acotamiento de todos los poderes del capitalismo. Para mí el sueño más importante es ver si llegamos a hacer una experiencia política en Latinoamérica que efectivamente destrone a las instituciones del capitalismo, como son las empresas privadas multinacionales o el capital financiero, e instale otra vez a la gente gobernando el planeta.



Procesos en construcción, experiencias y reflexiones desde lo social, Ministerio de Desarrollo Social, UNDP, Buenos Aires, 2007, pp. 17-28.

AVISO IMPORTANTE

Queridas y queridos estudiantes,

les pido mil disculpas, porque en casa de herrero cuchillo de palo, les envié lo referente al sábado pasado a la dirección de procomuba@gmail.com, sin tener en cuenta que ustedes no podían acceder a ella: error garrafal. Me faltó la asistente que colabora conmigo.

Les envío por mail el material que les había ya enviado la semana pasada y les comento que el sábado 22/8 comenzaremos a las 9 hs en el aula 410, como siempre, y finalizaremos a las 13 hs. De 9 a 12 tendremos la clase normal, y de 12 a 13 tendremos la visita de una operadora social para una entrevista fundada en las categorías de la metodología que les envío en los power point, como ya hablamos en la clase anterior.

Les pido que entre hoy jueves y mañana todos me aseguren su asistencia y que recibieron este mensaje.

Subimos al blog algunas narraciones por si quieren practicar la metodología propuesta en los power point.

Síntesis:espero las respuestas de ustedes y los trabajos. Los espero a todos el sábado sin excepción y les mando un saludo afectuoso y fraterno.

Aquellos cuyos e-mail no tengo, pueden escribirme a procomuba@gmail.com para recibir los power point.



Susana

31 de julio de 2009

AVISO

Estimados estudiantes,

La Dra. Susana Nuin les manda un saludo muy grande y espera que estén disfrutando de las vacaciones. Solicita a aquellos estudiantes que aún no han entregado sus trabajos que por favor los envíen para este fin de semana.

Confirmamos, por otra parte, que las clases re-comienzan el 8 de agosto.

Agradecemos la difusión de este mensaje.


Un saludo fraterno

3 de julio de 2009

AVISO IMPORTANTE - DIFUNDIR

Estimados estudiantes,


por motivos de la Gripe A la Universidad cerró sus puertas hasta el 3 de agosto. Indudablemente esto nos perjudica, teniendo dos fines de semana atrasados como tenemos. De todas maneras se dictará todo el curso como fue previsto.recibí vuestros trabajos, les agradezco a los que enviaron y les solicito a aquienes no lo hicieron de hacerlo. De esta manera, cuando reciba todos los trabajos enviaré un nuevo material y nuevas propuestas para trabajar en julio.

Un abrazo fraternos y a cuidarse.

Susana

26 de junio de 2009

AVISO IMPORTANTE

Estimados alumnos,

soy Florencia, asistente de la Dra. Susana Nuin. Les comunico que Susana se encuentra haciendo reposo por una fuerte gripe y mañana no podrá dar clase.
Solicita que le envíen a procomuba@gmail.com los trabajos a realizar para el sábado pasado, como así también que lean del Blog "Los itinerarios del otro" (publicado el 12 de mayo) con particular atención; y la entrevista a V. Fisas.
La clase perdida será recuperada, Susana acordará la fecha con ustedes.
Les pediría difundir entre ustedes que mañana no cursarán para que todos estén al tanto.


Saludos cordiales

Cultura de paz, resolución de conflictos y derechos humanos - Entrevista a Vincenç Fisas

Publicado en Revista Futuros No 7. 2004 Vol. II
http://www.revistafuturos.info


Vinceç Fisas ganó el Premio Nacional de Derechos Humanos en 1988 en España, es titular de la cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona y lleva muchos años estudiando y trabajando en la temática de paz y resolución de conflictos. Por paradógico que parezca, lo cierto es que es poco usual que existan personas e instituciones que conecten e integren el quehacer de ambos campos. Incluso se trata de dos comunidades de activistas de la sociedad civil, -prevención de conflictos y derechos humanos-, entre las cuales no escasean los desencuentros. Por ello Futuros le preguntó:

¿Cuál es su perspectiva y experiencia sobre la conveniencia y factibilidad de trascender e integrar las temáticas de paz y resolución de conflictos con la de derechos humanos?

Efectivamente hay una cierta tensión entre las personas que están centradas en el ámbito académico con los profesionales que tienen una visión más cercana de los conflictos porque tienen un enfoque práctico en el terreno. También hay una cierta tensión entre la comunidad que se dedica a los derechos humanos y las personas que se dedican a la actuación, la gestión, o la transformación de los conflictos sobre el terreno; pero es una tensión que existe de la misma manera entre medios de comunicación, periodistas, y personal humanitario, es decir, ambos se necesitan y hay que buscar la manera de que la teoría y la práctica vayan de la mano y entonces sigan superando estos desajustes que hay en la actualidad. Lo cierto es que en el ámbito de construcción de paz y en análisis de conflictos hay una gran complejidad por lo que se necesita de la aportación, la visión, la intuición, y los conocimientos de todos los sectores.

¿Cómo piensa que pudieran estas organizaciones de derechos humanos mezclarse, de alguna manera, en prevención de conflictos y cultura de paz?

En realidad, en estos momentos, ya estamos viendo algo que pudiera ser como un cambio de paradigma en la manera de hacer y de entender de todas estas diferentes comunidades. Es evidente que, por ejemplo, no tiene ningún sentido, ni es eficaz, ni nos lleva a ninguna parte actuar de una manera muy reactiva, puramente asistencial, sin tener una mirada a lo que son las raíces de los conflictos violentos, y cuáles han sido sus detonantes, pero sobretodo a las raíces más lejanas, porque una vez que se aborda este conflicto, estas raíces van a volver a tener expresiones en diferentes etapas y esto lo tienen que hacer personas o instituciones especializadas. Pero al mismo tiempo las instituciones que están trabajando en el campo asistencial o de ayuda humanitaria tienen que hacer su trabajo de tal manera que esta asistencia sirva también para el proceso de reconciliación, de participación de las comunidades en la gestión de lo que va a ser su vida. Es decir no se puede ver este proceso parcelado. Hay que buscar una integración en el trabajo y de esta manera todas las comunidades estarán apoyando al resto que estarán trabajando sobre el terreno.

Sobre algo que mencionó primero. Usted es un académico y también tiene una práctica activa, ¿cómo mezcla estas dos actividades? ¿cómo se relacionan entre ellas?

Yo me considero más un activista que un académico. Para poner un ejemplo, he dedicado años a estudiar el desarme, he estado haciendo investigaciones sobre el comercio de armas, pero esos estudios los llevé al terreno práctico. Tuve la experiencia de haber estado 7 años coordinando campañas de Amnistía, Greenpeace, INTERMON, Médicos Sin Fronteras. Este trabajo práctico estaba enfocado a cambiar leyes, actitudes de los centros de dirección política, a sensibilizar a la opinión pública, a hacer posible que hayan programas de recolección y destrucción de armas ligeras. Este trabajo en el terreno práctico hace que los conocimientos sobre desarme sirvan para algo, no solamente para escribir libros. De la misma manera, las experiencias que uno puede tener al intervenir en contextos conflictivos, transforman los principios teóricos o las intuiciones que uno tiene y luego las puedes escribir a partir de la propia experiencia al haber practicado determinadas facilitaciones.

¿Podría decirnos en que actividades concretas y en cuál etapa de desarrollo de un conflicto cree que sea mas efectiva la participación de la sociedad civil?

Siempre. La sociedad civil siempre tiene un papel importante en cualquier etapa, lo que no quita que hay determinadas cosas que no podrá hacer la sociedad civil, pero puede presionar, ejercer una fuerza para que los actores claves en el conflicto se sienten a negociar, entablen un diálogo, no pacten un salida falsa, se vaya a la raíz de los problemas. La participación cívica es absolutamente necesaria en el conjunto de un proceso de paz, cuando un acuerdo de paz es solamente entre cúpulas o las élites de poder y no hay una bajada a la base para que sea suscrito, rubricado por el conjunto de la sociedad, entonces este acto simbólico de firmar un acuerdo no sirve para mucho.

Habló del papel de la sociedad civil en presionar, pero ¿qué piensa sobre la etapa de negociaciones? ¿cómo ve la actuación de la sociedad civil en la etapa de negociación?

Es evidente que la sociedad civil, por su amplitud, no va a hacer el actor protagonista, porque no es posible hacer una negociación con miles de personas, o centenares de miles o millones. La negociación es una etapa donde los centros de dirección política, los gobiernos y los grupos armados con sus líderes a la cabeza tendrán que tomar decisiones y entablar un diálogo y llegar a acuerdos. El papel de la sociedad civil es estar atenta a ese diálogo, hacer lo posible para que no se rompa, para que sean justos, y luego que sea cumplido lo acordado, entonces evidentemente tienen un papel muy importante, pero no protagónico, en una fase determinada de las negociaciones.

Usted ha afirmado lo siguiente “...desde la educación para la paz, se ha dicho siempre y con razón, que hemos de educar para la disidencia, la indignación, la desobediencia responsable y la elección con conocimientos y la crítica, es decir, para salirnos de las propuestas de alienación cultural y política” ¿De qué modo podrían las actuales sociedades orientadas hacia la normatividad, el orden, la disciplina ciudadana, incorporar una educación orientada hacia el pensamiento crítico, la autonomía ética y la disidencia desde ellas?

A mí me parece fundamental porque en este mundo se dice tantas veces que hay un pensamiento único, una sola manera de entender las cosas que al final se provoca mucha pasividad. Por eso para romper eso, desde la educación formal o no formal, hay que dar espacios de libertad, pero insisto en añadirle la palabra de responsabilidad, Tiene que ser una crítica y una disidencia responsable para que la gente tome elecciones diferenciadas a lo que es lo normal o lo habitual y se rebele contra lo que considere injusto. Esto es fundamental hacerlo desde la primera infancia y que continue hasta la universidad. Aplicar el principio de solidaridad que incorpora conocimiento y que incorpora también la responsabilidad de escuchar a los demás y de entender sus demandas y actuar de manera más fraternal y con mayor justicia. Para poder avanzar en el mundo y cambiar el planeta uno de los requisitos básicos es educar en una disidencia responsable.

¿Quisiera que me explicaras más el concepto de “disidencia responsable?

En el sentido de que la disidencia no vale cuando es puro egoísmo o porque nos da pereza una cosa, o porque no estamos habituados a hacer una cosa diferente. La disidencia tiene que ir de la mano de la responsabilidad, insisto mucho en eso, es decir, evaluar y calcular las consecuencias de lo que estamos haciendo, aceptar la responsabilidad de nuestros actos, y como dijera Kant “es como un imperativo categórico”; en definitiva es pensar un poco en el efecto que tienen nuestros actos sobre los demás. Esa primera reflexión es lo que permite que un acto de disidencia sea hecho, no solamente con valentía, sino con responsabilidad.

Hace unos años conversaba con una maestra argentina, cuando la dictadura, y me decía que ella hizo un experimento con niños acerca de cuál era el valor ético que más admiraban y todos dijeron “la disciplina”. Este valor puede ser algo conflictivo con el término “disidencia responsable”, por eso cuando usted menciona que es importante la educación en valores quisiera saber, ¿que tipo de valores considera importante promover?

El valor primero es la vida, el respeto a la vida, lo que eso significa va por encima de todo lo demás, porque a partir de ahí podemos hablar de derecho. El derecho a la vida sería el primero, pero el derecho al sentimiento personal, a vivir en dignidad, a tener satisfechas las necesidades básicas, a compartir el derecho a amar. Es decir, hay toda una serie de valores muy elementales que por desgracia muchas personas no los pueden llevar a cabo porque están en un contexto de conflicto o carecen de la atención necesaria en sus ámbitos familiares. Difundir estos valores, explicar cuando no existen o cuando no están desarrollados suficientemente y cómo se pueden reivindicar o cultivar, me parece una tarea importantísima

Hábleme de vuestros intercambios de experiencias entre Cataluña y Colombia en la educación de valores ¿en cuáles valores intentan educar?

Estamos al inicio de ese tipo de experiencias, impulsando hermanamientos escolares, hermanamientos de municipios y regiones, de manera que todos los esfuerzos que se están haciendo desde Colombia, que es un país de una gran riqueza en iniciativas de paz, tengan una repercusión en el exterior y particularmente en Europa. Por eso alentamos y propiciamos que personas que trabajan con movimientos sociales, indígenas, afroamericanos o mujeres procuren pasar por Cataluña o por otros lugares de España, a contar sus experiencias y que puedan contrastarlo con movimientos similares aquí, en el espacio europeo. Esto es muy enriquecedor para unos y para otros, y creo que es una línea que hay que impulsar de una manera muy decidida.

Y en Colombia, en particular, ¿qué están haciendo?

En Colombia se está alentando una cooperación descentralizada, es decir, ver el potencial que tienen los propios municipios para colaborar directamente entre sí y esto supone, primero una comunicación y luego una colaboración en proyectos, programas, experiencias. No se trata sólo de que desde Europa se dé apoyo económico sino que sepamos, con mayor exactitud, los aportes que nos puede dar la propia sociedad colombiana en estos esfuerzos titánicos de buscar y construir la paz.

Usted ha dicho lo siguiente: “Para Gorostiaga, la alternativa al mal desarrollo generado por la globalización elitista estaría en lo que denomina "geocultura del desarrollo" emergente, una civilización que viene desde abajo y que prioriza la calidad de la vida, la sostenibilidad, la simplicidad, la equidad y la felicidad compartida (Gorostiaga, 1997: 167-186). Se trataría de una revolución cultural y ética, en donde el desarrollo se convierte en una relación equitativa, participativa, sostenible y armónica entre los seres humanos y con la naturaleza”.¿Por qué se identifica con la definición de “geocultura del desarrollo” de Gorostiaga?

Justamente porque creo completamente en que una civilización no se construye a partir de acumulación de riquezas y de bienes innecesarios y de espaldas a la naturaleza. Debemos buscar cómo satisfacer las necesidades básicas, garantizarlas para todo el mundo, pero hacer un desarrollo que sea sostenible con la naturaleza, que podamos traspasar a nuestros hijos y a nuestros nietos un mundo en mejores condiciones, como lo heredamos nosotros, que sepamos vivir un poco más con la simplicidad, es decir no aspirando a acumular lo que no es necesario. La felicidad “compartida” es muy importante. No vivimos de manera aislada sino en una comunidad que es muy diversa y la búsqueda a la felicidad propia pasa también por conocer las necesidades y las aspiraciones de los demás. Hay que hacer todo lo necesario para que la felicidad sea un bien universal y no solamente de unos pocos.

La Revista Futuros promueve la producción de una nueva escuela de pensamiento latinoamericano en torno al concepto de desarrollo humano sustentable ¿cuáles sugerencias formularía a nuestros lectores sobre la mejor manera de integrar la construcción de culturas de paz y la creación de capacidades institucionales, nacionales o multilaterales de prevención y transformación de conflictos en el impulso al desarrollo?

Aquí habría mucho que decir, pero quizás las líneas claves serían que no es posible el desarrollo si no hay paz y no hay paz si no hay justicia social. Digamos que va todo de la mano. Entendemos la paz, no como un estado idílico, sino más bien como un proceso de transformación constante de las sociedades y de las personas en la que vamos perdiendo el miedo a tratar los conflictos cotidianos. Los conflictos son necesarios para nuestro crecimiento, lo que hay que buscar las maneras, tanto a nivel personal como institucional, de evitar la presencia de la violencia en el abordaje de los conflictos. Esto es fundamental. Cuando estamos ante contextos de conflictos armados, evidentemente lo primero es que todo el esfuerzo debe estar centrado en cambiar esta situación, y de ahí pues que los modelos en que se construyan procesos de paz son muy importantes, pero hay muchos modelos y cada país tiene que buscar el propio.
Finalmente debemos acabar de entender e interiorizar que el desarrollo no es el puro crecimiento económico, sino que tiene que buscar un tipo de relaciones armoniosas entre las personas, y entre las personas con la naturaleza, que permita una sostenibilidad.

¿Qué papel cree usted que puede jugar la cooperación internacional al desarrollo, en particular la Unión Europea, en la promoción de culturas de paz y la construcción de capacidades institucionales para la prevención y transformación de conflictos en América Latina y el Caribe,?

De cara a América Latina y las asociaciones con Europa, no creo que sea tanto una cuestión de dinero o de ayuda económica, o de ayuda oficial al desarrollo, sino de ayudar a promover lo que se llama la buena gobernabilidad.
Erradicar la corrupción, que es una lacra en América Latina demasiado grande, y que las poblaciones tengan garantizados estos mínimos de necesidades básicas que antes se hacia mención. Prevenir los conflictos a partir de instrumentar políticas más justas y más centradas en la erradicación de la pobreza, incrementar los procesos más participativos; todo ello irá disminuyendo los riesgos de tensiones que, por desgracia, en Amética Latina son constantes y que afectan a muchos países.

¿Qué papel cree que pudiera jugar el sector privado en este sentido?

El sector privado puede ser un actor de paz de primera línea aunque muchas veces, por desgracia, es un actor de enfrentamiento. Es un hecho de que en muchos países el sistema impositivo es muy bajo y que ello no permite que el estado tenga presencia suficiente en muchos sectores por lo que es necesario un compromiso del sector privado y los empresarios. Primero deben apoyar procesos de paz en los países que estén en este contexto para luego hacer posible políticas de desarrollo de parte del gobierno a través de la gestación de un sistema impositivo más elevado y que permita obtener los recursos necesarios para este desarrollo.

¿Hay algo más que desearía comunicar a nuestros lectores?

No, felicitarles por la iniciativa y por la línea de su revista. La construcción de paz es un acto que nos obliga a todos, estemos donde estemos, en el norte o el sur, en la riqueza o la miseria y es un trabajo compartido, necesario y urgente.

11 de junio de 2009

Clase teórica 6 de junio de 2009

Queridos alumnos,
aquí están los apuntes que tomó Mariela la clase pasada, por si son de utilidad para alguno.

MEOLLO DEL PROCESO DE COMUNICACIÓN

PUNTO 1: Inclusión de todos.
Condiciones: Reconozco a todos, no excluyo.
Diversidad de identidad de las personas, comunidades, culturas, pueblos y religiones.
4 claves para esta primera condición que son “todos”:
Reconocer (palabra que surge del multiculturalismo, significa darle valor al conocimiento) y valorar la identidad de todos.
Reconocerse libre de cualquier discriminación. (En cualquier proceso vamos a ir librándonos de la discriminación)
Reconocerse partícipe de la comunidad humana, constituirse como hermanos. Las relaciones se expanden bajo nuestros pies.
Reconocerse constructores del bien común. Elijo, sostengo, acompaño un valor que es para todos.

Proceso:Conocer y reconocer la identidad. Centrados como partícipes y elementos fundamentales de la familia humana.

PUNTO 2: Tomar la iniciativa de ir hacia el “otro”. El otro que me representa, reconoce, diferencia, etc. El diálogo como proceso elegido de comunicación.

Condiciones:

No instalarse (un proceso es inquietante, nos transita por adentro nuestro, hay que moverse en el proceso)
No defenderse (porque sino, uno se cierra al proceso de comunicación)

Proceso:Construcción del diálogo en el compromiso de tomar la iniciativa. Quiere decir que quien decide ejercitar el proceso en diálogo y transitar las convergencias diversas.

3 elementos:
* El símbolo vital
* El símbolo gestual
* El símbolo conceptual (poder plasmar un discurso)

El que toma la iniciativa es igual al que realiza el acto motor, pone en movimiento algo nuevo, distinto, posible. El proceso de comunicación es una construcción que integra pensamiento y acción.

PUNTO 3: Reconocer al otro y tratarlo como se trata a sí mismo.

Condiciones:
Reconocer lo diverso de la identidad del otro para considerarlo en su propia distinción como a sí misma. Esto es valorarlo, reconocerlo. Quiere decir que la valoración, aprecio y reconocimiento deben ser igual a la mía.
Hay dos condiciones básicas en una cultura:
- Dignidad de la persona
- Respeto del bien común

Para entender esto es importante la diversidad de convergencias en el grupo.

Proceso:Los otros deben ser reconocidos y valorados con la medida propia.

El núcleo que define el estilo está en el “como”. La fuerza de la metáfora simbólica: “No hagan a los otros lo que no quieran que le hagan a ustedes”

Supone considerarse en relación a los otros.

Funciona como símbolo paradigmático (algo que hace convergencias entre cosas hasta a veces contrapuestas)

PUNTO 4: Situarse en la realidad del otro (ponerse en la piel o zapatos del otro, idea del multiculturalismo. El interculturalismo va más allá, es “entre” relacionados, “inter”)

Condiciones:
- Reconocer con conciencia la realidad de los otros en sus diversidades, antagonismos y conflictos. Principalmente para ser orientador en procesos de comunicación hay que superar nuestros propios parámetros para poder ver los de los demás. Todos tenemos parámetros (paradigmas, cosmovisiones) y son necesarios. Ej: La dignidad de las personas y el bien común son parámetros o lentes por el cual miran todas las culturas. Pero siempre deben ser analizados desde adentro de esa cultura.
- Reconocer que la presencia del otro pone en discusión mi presencia.
- Reconocer la necesidad de vaciamiento. Para poder acoger las necesidades y visiones del otro, acallando mis propias necesidades y visiones.
- Reconocer, admitir, asumir y colaborar en la resolución de conflictos. Darme cuenta que hay un conflicto, admitirlo, asumir que existe, reconocer, porque estoy dispuesto a ponerle energía al conflicto y a colaborar en resolverlo.

Proceso:Situarse en la realidad de los otros y hacer propio el significado que allí se percibe.
Cuando reconozco la situación del otro tengo que comprender el lugar del otro. Esta lectura es distinta a la mía, pero debo tratar de hacerla mía para entenderla y así elaborar un significado diferente al mío.
Hay dos grandes principios para esto:

CONSTRUIR CON EL OTRO

CONSTRUIR DESDE EL OTRO

Esto significa involucrar e involucrarse.

10 de junio de 2009

Cuando el conflicto es construcción-posibilidad


El conflicto como constante en la vida de la persona y de la sociedad

Bajo la gran variedad de nombres y de situaciones problemáticas, existe un elemento que denomina y agrupa de manera amplia y sistemática: el conflicto. Demuestra la historia, que el conflicto como tal es una constante en la vida del hombre y de la sociedad. Aquello que encontramos hoy de manera manifiesta es la elaboración del concepto conflicto, con su tipología y con la diversidad de características que lo constituyen. La pregunta que emerge, en este análisis, es: ¿cuál es el significado que tiene el conflicto para las Ciencias Sociales? En realidad para las Ciencias Sociales es una clave de interpretación que puede ser utilizada para leer la realidad social, ya que el conflicto es parte del proceso de interacción social. Simmel había notado que según cada forma de interacción entre las personas, en una sociation, el conflicto deberá ser considerado como tal, se trata de un fenómeno difundido universalmente.

¿Cuáles son los motivos que provocan un conflicto? Se constata que en general un conflicto nace cuando se pone en movimiento una interacción sugestiva, contrapuesta, marcada por la agresividad, alcanzando algunas veces límites de violencia. Las diferencias de convicciones, ideas, valores, intereses, objetivos determinados, culturas varias, sensibilidades múltiples, se vuelven, en vez de un enriquecimiento como sucede contrariamente en otras oportunidades, ocasiones para someter o suprimir al otro. Estos motivos, partiendo de la dimensión interpersonal, se abren en espiral, pasando por grupos, instituciones, para alcanzar el nivel macrosocial. El conflicto connota en general una cosa negativa. En cambio, afrontar los conflictos permite transformar la realidad de manera positiva.

Mirando el conflicto desde las Ciencias Sociales.

La tradición teórica del conflicto social, iniciada por Maquiavelo, Hobbes y luego desarrollada por Marx, Weber, Dahrendorf, Coser, Gurtevich, Simmel, Luhman, Touraine y otros estudiosos, demuestra que la preocupación e interés por el conflicto organizado y sostenido se remonta a tiempos lejanos. Muchos son los especialistas que abordan el tema del conflicto en las Ciencias Sociales. A continuación se presentan brevemente las concepciones de algunos estudiosos del conflicto, como Simmel, Coser y Comte, Weber y Marx. Para Simmel el conflicto tiene como objetivo la solución de dualismos divergentes y son un modo de alcanzar una cierta unidad. Mientras Coser afirma, que la acción del conflicto en general incluye el esfuerzo deliberado y consciente de oponerse, resistir y coartar la voluntad de otro u otros para neutralizar, perjudicar o eliminar al rival. Comte, considera el conflicto también como la competencia, un proceso disociativo, caracterizado por la competencia que deviene conflicto sólo cuando ésta se trasforma en un proceso antagónico consciente y personalizado. Weber considera que una relación social será considerada como conflicto en tanto que la acción que ella implica esté intencionalmente dirigida a hacer valer la autoridad del actor contra la resistencia del otro o de las otras partes. El conflicto es el punto cardinal no sólo de la relación entre clases, sino también al interior de cada clase y en las organizaciones. El centro del conflicto para Weber es la disparidad en la distribución de los recursos, materiales y culturales, y es la disparidad entre poder y recursos que genera mayor conflicto. Weber, veía la importancia de la convivencia con los conflictos, cómo resolverlos para superarlos. La concepción del conflicto en el pensamiento de Marx es fruto de un recorrido de tematizaciones que encuentra constante referencia en las reflexiones de Hegel. El conflicto perenne no es otro que el conflicto entre clases sociales, uno de los méritos de Marx es aquel de haber captado en el conflicto entre clases el aspecto dinámico de la sociedad, las clases que se forman en la división de propiedad son los agentes en conflicto en la lucha por el poder político. En el conflicto Marx encuentra un elemento que, en su dramatismo, juega un rol positivo en el desarrollo social de innovaciones. Se observa, en la concepción de Marx, que no trata al conflicto como un aspecto social propio de la interacción humana.

Tres grandes líneas o concepciones emergen de la sociología con respecto al conflicto. Una ve el conflicto como fenómeno patológico, que señala los síntomas para un diagnóstico de enfermedad social, subrayando la negatividad conflictiva de ciertas interacciones sociales. Una segunda línea considera el conflicto como un elemento determinante del cambio social, que reordena, distribuyendo con equilibrio, la participación de las diversas partes en cuestión. Concibe el conflicto como un elemento fundamental para cada estímulo de transformación. La tercera línea, en cambio, conforma la corriente del pensamiento de la denominada cultura del conflicto, donde el conflicto se institucionaliza. Allí, la temática en general se vincula a lineamientos macrosociales, como el tema de la cultura, de las etnias, de los vínculos internacionales.

El conflicto: de objeto “conflictivo” a objeto de estudio

En nuestros días el conflicto es valorado en las Ciencias Sociales, ya no como un elemento que se añade a los estudios de las interacciones sociales, hoy se reconoce al conflicto el ser constitutivo de las interacciones, gozando de un tratamiento específico en este contexto. Dentro de cada situación de conflicto se abre una brecha de múltiples posibilidades de resolución, eficaces, en búsqueda permanente de un punto que la desanude. El pensamiento de Hartmann[1] muestra, en definitiva, el consenso sobre el conflicto institucionalizado que afronta la actual sociedad occidental, que ha desarrollado incluso una “cultura del conflicto” capaz de lograr encuentros y consensos. En términos valorativos, la cultura del conflicto implica la consideración válida del conflicto mismo, no por cuanto éste posee de antagónico y hostil, sino por la confianza en los medios de resolución- todo es negociación, todo es posible de resolver- dando lugar a enriquecimientos y resultados liberadores. La interiorización del conflicto, como elemento clave y positivo implica un paso adelante en la concepción que la sociedad occidental tiene de su desarrollo y que, sin dudas, supera, trasciende y corrige la imputación negativa que pueden atribuir al conflicto las teorías funcionalistas.

Características del conflicto en la postmodernidad

Se encuentra una convergencia entre diversos autores que consideran cinco características principales del conflicto[2]: A) las partes en un conflicto, personas, grupos, instituciones, naciones, son claramente identificadas: el conflicto es altamente consciente y personal. El adversario es notado, es respirado, despreciado y temido. B) los fines se excluyen recíprocamente, cada elemento del conflicto es voluntariamente y conscientemente mantenido y acentuado. En una situación de conflicto existe un encuentro fundamental de intereses, deseos, voluntades, valores, objetivos e interpretaciones de los eventos y soluciones, vistos por las partes en conflicto como diametralmente opuestas, incompatibles, incongruentes e inconciliables. Cada parte considera las intenciones de la opuesta como un impedimento directo o una amenaza a la propia seguridad y bienestar, como consecuencia cada una de las partes se esfuerza por hacer prevalecer sus propios intereses y valores. C) ambas partes buscan eliminar a la otra de la arena social. Los encuentros de intereses pueden ser resueltos sólo neutralizando al adversario, en algunos casos sin recurrir a medios violentos, pero solamente con la fuerza e incluso con la violencia, derrotando al adversario y arribando a su aniquilamiento. D) el conflicto es en general de duración breve, por los recursos que exige poner en movimiento no puede mantenerse por tiempo muy prolongado. E) es un fenómeno universal, en gran parte a causa de los encuentros inevitables de fines e intenciones, sea al interior de los grupos o complejos sociales como también en las relaciones y en cada individuo.

Una tipología del conflicto en la postmodernidad

Una tipología a grandes rasgos presenta seis tipos de conflicto:A) el conflicto latente que ocurre en la clandestinidad o de manera tácita. B) el conflicto abierto cuando se manifiesta explosiva y estrepitosamente. C) el conflicto directo cuando personas, instituciones o estructuras diversas obstaculizan, luchan o se destruyen recíprocamente para alcanzar algún objetivo. D) el conflicto indirecto cuando no se manifiesta la lucha pero cada parte busca alcanzar los propios objetivos, obstaculizando a los otros la posibilidad de alcanzarlos. E) el conflicto no violento disociado del uso de la fuerza o violencia, como se da en los conflictos de ideas, valores, normas. F) el conflicto violento cuando implica el uso de la fuerza y violencia para eliminar o destruir al adversario.

Llegando al corazón del conflicto

El conflicto re-encuentra su propio origen en la mayoría de los casos en un proceso comunicativo deficitario, alterado o fallido. La comunicación atraviesa en su totalidad al conflicto, y puede revelarse como factor determinante en la construcción de nuevas y posibles soluciones de conflictos o puede ser aquel factor determinante por el cual el conflicto no encuentra el horizonte de la resolución. Diversos autores consideran que el conflicto puede ser la punta del iceberg que usualmente tiene adentro una larga historia de carencia de comunicación o mala comunicación[3]. El motivo central por el que el conflicto y la comunicación se encuentran particularmente vinculados está dado por los fundamentos que los constituyen. El conflicto ocurre en la interacción social, la comunicación nace y se desarrolla en las relaciones y procesos sociales que configuran a su vez las interacciones sociales. Relaciones y procesos sociales, dos palabras claves que muestran el origen del cruce en el que se manifiestan y actúan los conflictos y la comunicación.
La perspectiva desde la que presentamos el tema del conflicto centrado en la comunicación nos permite visualizar su actuación vinculante entre comunicación y conflictividad, y focalizarla en lo que cada una contribuye a la definición de la otra. En este trabajo se pone atención sobre el fenómeno denominado conflicto comunicativo, donde conflictividad y comunicación se entrecruzan concentrando la dimensión conflictiva en el proceso comunicativo.

Partiendo de la etimología de la comunicación

Consideramos oportuno hacer referencia a la etimología de la comunicación, teniendo como una de las partes centrales de nuestro trabajo el conflicto comunicativo. El motivo: poder apreciar tanto su esencia etimológica, sus objetivos desde la etimología, y considerar qué puede comportar la realidad conflictiva cuando la meta comunicativa no es alcanzada. La etimología misma de la comunicación nos lleva a su raíz latina: communis, donde comunicación quiere decir tener algo en común para compartir. Cum (con, juntos) y munia (deberes, vínculos), pero también moenia (el muro) y munus (el don). Por lo que communis significa: estar vinculado, ligados juntos, conectados por tener deberes comunes, por compartir una suerte común o por haber intercambiado un don. Al mismo tiempo, el término griego koinoonia, que significa comunicación y comunidad, explica a nivel etimológico la estrecha relación siempre establecida entre comunicarse y estar en comunidad. La palabra comunicación desde un punto de vista etimológico deriva de los vocablos latinos communicare y communicatio, por lo que se trata de la acción mediante la cual aquello que era propio y exclusivo de uno viene a ser participado a los otros.

Focalizando el conflicto comunicativo

El conflicto comunicativo es un fenómeno de la creación humana que forma parte natural de las relaciones. Es un proceso interactivo que se da en un contexto determinado. Es una construcción social, cultural y humana. Un conflicto comunicativo es un proceso de interacción, que nace, crece y se desarrolla. En el conflicto comunicativo como interacción se tejen el sentir, el pensar y el actuar. Puede al mismo tiempo transformarse, desaparecer y/o disolverse, y otras veces puede quedar estacionado en el tiempo. El conflicto comunicativo es un proceso complejo. Siempre el conflicto ocurre entre dos o más partes, sectores o frentes, que van desde personas, a grupos, instituciones, estructuras sociales, culturas, etnias, hasta pueblos. En el conflicto comunicativo predominan las interacciones antagónicas, quien participa lo hace con todo su equipaje en sus acciones, pensamientos, afectos y discursos. El proceso conflictivo es co-construido por las partes y pueden tanto dirigir ellos el conflicto como llamar a una tercera parte. En la co-construcción esto no implica necesariamente consenso. El conflicto puede ser o no un proceso agresivo. Las partes pueden asemejarse, ser equivalentes, o totalmente distintas. El conflicto comunicativo no se da de una vez y para siempre, es un proceso. Es el resultado de un juego, de confrontación, de la lucha de la convergencia entre las partes. Las partes pueden dar forma al conflicto comunicativo cuando crean un elemento de interacción y van trazando un canal por el que circula el conflicto. El conflicto comunicativo es canalizado por las partes a través de la interacción que entre ellas se genera, no tiene origen, por lo general, en una de las partes, sino que se genera entre ambas, donde algunos sectores son incompatibles, puede ser en las creencias, en las acciones, en las conductas. El conflicto comunicativo puede auto-organizarse, es por lo general de naturaleza dialéctica. Es un elemento que muchas veces se demuestra necesario, aunque no siempre, en la construcción, reconstrucción, transformación humana de la organización y de la realidad social. Los criterios destructivos del conflicto comunicativo pueden ser canalizados hacia una expresión constructiva. Concebir la transformación de un conflicto quiere decir comprender dinámicamente la realidad, siendo consciente de que la solución definitiva de un conflicto sólo puede ocurrir en la medida en la que se alcanzan las raíces de los males que lo han causado.


La resolución de conflictos, recurso de todos los tiempos

Breve itinerario histórico


La resolución de conflictos posee una gran diversidad de denominaciones en la historia, aquí sólo mencionamos algunas a modo ilustrativo. Van desde la mediación, resolución de conflictos, a los procesos de reconciliación, conducción de disputas, cultura de paz, negociación. En esta breve historia, la atención se concentra en la resolución de conflictos mayormente reconocida en las diferentes culturas por tener el mérito de ser una importante fuente para la convivencia en todos los tiempos.

En la antigua China, la resolución de conflictos era la principal fuente para resolver los litigios, Brown (1982)[4]. De hecho ha sido utilizada más ampliamente en China y Japón, donde la religión y la filosofía concedían gran importancia al consenso social, a la persuasión moral y a la búsqueda de un equilibrio o armonía en los lazos humanos. Según Confucio, la resolución óptima de un litigio ocurría a través de una persuasión moral, por el acuerdo y no bajo presión. Confucio hablaba de la existencia de una armonía natural en las relaciones humanas que no debía interrumpirse (Cohen, 1966)[5].

La resolución de conflictos, tiene una rica historia en las leyes y hábitos japoneses (Hernderson, 1965)[6]. Se esperaba que el líder de una población ayudase a resolver los litigios. La tradición de resolución de conflictos impregna la vida de los japoneses (Vroom, FOCET, y Wakefield, 1981)[7]. Y esta preferencia en Japón refleja una preferencia general para una resolución de los litigios menos formales (Haley, 1978)[8]. En algunas partes de África el hábito de reunirse en asamblea ha constituido, durante mucho tiempo, un mecanismo informal para la resolución de una serie de litigios interpersonales. Sea uno contendiente o vecino puede convocar una asamblea, en la que una personalidad respetada, o autoridad, actúa como mediador para ayudar a las personas interesadas a resolver su conflicto en forma cooperativa. El rol de este personaje y la tradición de la asamblea cambian de una comunidad a otra, pero todas buscan la conciliación sin la intervención de un juez, de un árbitro o del uso de sanciones (Gibbs, 1963)[9]. El éxito de la asamblea se debe en parte, a los mismos circuitos de parentela que existen dentro de las numerosas comunidades africanas (Gulliver, 1979)[10]. Los grandes círculos familiares y de parentela han constituido un recurso para la resolución de conflictos en muchas tierras y culturas (Vroom, FOCET, y Wakefield, 1981)[11]. Los jefes de las familias patriarcales y matriarcales han ofrecido sabiduría y modelos de ayuda a los miembros de la familia para resolver sus litigios. Poco a poco, las familias rurales se integran para dar lugar a pequeñas poblaciones y éstas se constituyen luego en ciudad, la familia núcleo ha sustituido a la familia amplia, y la estructura familiar ha disminuido sus recursos para la resolución de conflictos. Las personas han demostrado una tendencia creciente a la búsqueda de mecanismos formales en vez de informales para resolver los litigios (Merry, 1982)[12].

En Melanesia, las poblaciones Tolai de Nueva Bretaña tenían cada una un consejo y una comisión que se reunía regularmente para resolver las dificultades (Epstein, 1971)[13]. Su rol consistía en “mantener el orden del debate y la libertad de expresión en beneficio de las partes y de todos aquellos que decidieran expresar sus opiniones” (Gulliver, 1979)[14]. En general, la resolución de conflictos históricamente y en las diversas culturas, ha sido practicada por personas dotas de entrenamiento informal, y el rol de un tercero se ha dado en el contexto de otras funciones o deberes. América Latina y otras culturas hispanas también tienen una historia sobre los acuerdos en los litigios a través de la resolución de conflictos. Se conoce por ejemplo el proceso de resolución de litigios en los paisanos mexicanos (Nader, 1969)[15]. Siempre en la cultura hispana se ha encontrado un modelo de resolución de conflictos (Lederach, 1984)[16].
Todas las comunidades aborígenes demandaban a los ancianos y ancianas la resolución de los conflictos de sus poblaciones.
La resolución de conflictos ha sido utilizada también en algunas ciudades árabes de Jordania (Antoun, 1972)[17]. Los grupos étnicos y religiosos, como también otras subculturas, han establecido históricamente sus propios sistemas alternativos para resolver los litigios (Pospisil, 1967)[18].
El Beth Din Judío, consejo formado por un grupo local de rabinos, existió con este fin durante muchas generaciones (…) (Yaffer, 1972)[19]. Los tribunales de rabinos judíos y europeos han sido decisivos en la resolución de conflictos entre miembros de la misma fe (Bianchi, 1978)[20].
La resolución de conflictos institucionales siempre ha existido. En la historia del rey San Luis IX, el Sr. De Joinville dice: “muchas veces el buen santo, después de haber escuchado la misa, en verano, iba al bosque de Vincennes para sentarse al pie de una glicina. Los que querían se sentaban a su alrededor y todos aquellos que tenían alguna situación que resolver se dirigían a él, sin que nadie se los impidiese.” [21]

Durante siglos la iglesia o el templo han realizado un rol importante en la resolución de conflictos entre sus propios miembros. Con frecuencia, el párroco, sacerdote, ministro, pastor o maestro local era invitado a intervenir, especialmente en litigios familiares, para sugerir la forma en que las partes podrían convivir y re-organizar las propias relaciones. Existe una rica tradición de resolución de conflictos en el Nuevo Testamento que proviene de las enseñanzas de Pablo, que dirigiéndose a la comunidad de Corinto, quiere que sus litigios no sean resueltos en los tribunales, sino que se nombre a una persona de la misma comunidad para conciliar (1 Corinto 6, 1-4). Existen muchas bases bíblicas y notas para aquellos que se comprometen en promover la coexistencia pacífica: “felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5,9)[22].
La Biblia afirma: Jesús es una mediador entre Dios y el hombre “porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a su debido tiempo” (I Timoteo 2,5-6)[23]. Por lo tanto es el gran mediador, que resuelve los conflictos entre Dios y los hombres, y de los hombres entre ellos.
Hacia el Renacimiento, la Iglesia Católica fue probablemente la organización fundamental de resolución de conflictos en la sociedad occidental[24].
Una larga historia se da en las colonias norteamericanas y en EEUU. Con la ascensión de los de los estados-nación que han asumido nuevos roles de intermediarios diplomáticos, embajadores, vinculados a la política internacional (Werner 1974)[25]. Sólo en los inicios del siglo XX la resolución de conflictos ha sido institucionalizada y se volvió una profesión.
La reflexión sistemática sobre la resolución de conflictos como ámbito especializado se inicia en la segunda mitad del siglo XX. Su estudio corresponde a una nueva sensibilidad que cobra fuerza en occidente al término de la Segunda Guerra Mundial, radicalmente contraria a la violencia [26].

Nuevas perspectivas de convivencia


La resolución de conflictos a gran escala se sigue ejercitando en la actualidad en la República Popular China a través de la institución de las Comisiones Populares de Conciliación; e incluso, en el sistema legal chino se concede una importancia considerable a la autodeterminación y a la mediación en la resolución de cada tipo de litigio (Ginsberg, 1978)[27]. A mediados del decenio de los años 70 en EEUU nació una nueva corriente orientada a la resolución alternativa de conflictos. Su crecimiento fue veloz a causa de los buenos resultados que ofrecía; posteriormente fue incorporada al sistema legal (…)[28]. Hacia fines de los años 70, se comenzó con el sistema de resolución de conflictos en el Reino Unido. En cambio, en Francia la historia ha sido diferente, donde comenzó a implementarse en el derecho público y se extendió luego al derecho privado (Suares 1996)[29].
En España el desarrollo de la cultura de paz ha dado importantes aportes, tanto al marco teórico como práctico de la resolución de conflictos. En 1990 se manifiestan diversas teorías de resolución de conflictos en América Latina; en los últimos dos decenios han comenzado a desarrollarse, con aportes provenientes de diversas disciplinas. En la última década, algunos autores de EEUU, Europa, América Latina y África están concentrando sus esfuerzos en dar respuesta a las múltiples demandas de diálogo que emergen bajo diversos conflictos, contiendas, controversias y falta de orientación comunicativa, expandiendo la resolución de conflictos y la comunicación a nuevos horizontes.


Dra. Susana Nuin Núñez
Material extraído de Susana Nuin,
Diálogo Cultural de la Unidad en la Diversidad.
Ed. PUG, Roma, 2006.


[1] Hartman, H., Clash of cultures, when and where? Critical comments on a new theory of conflict and
its translation into German International Sociology 10-2, pp. 115-125.
[2] SUARES (1996), DEMARCHI, F., ELLENA, A., (1986), ALTSCHUL (1999), FRIED (2000),
FOLGER (1997), JONES (1997), FLOYER (1990), MUNDUATE1998), LEDEREACH (1998),
FISHER (1994), MULDOON ( 1996) MOORE ( 1995), FISAS (1999), Galtung (1998), Groom
(1996).
[3] CHELI,E., La comunicazione come antidoto ai conflitti, Cagliari, Ed. Punto di Fuga, 2003, p.16.
[4] Brown, D., “Divorce and Family Mediation: History, Review, Future Directions”, Conciliation
Courts Review, 1982, 20, pp. 1-37.
[5] Cohen, J.A., “Chinese Mediation on the Eve of Modernization”, California Law Review, 1966, 54
(2), pp. 1201-1226.
[6] Henderson, D.C., Conciliation and Japanese Law: Tokugawa and Modern, Seattle, University of
Washington Press, 1965.
[7] Vroom, P., Fossett, D., and Wakefield, R., “Mediation: The Wave of The Future”, American
Family, 1981, 4, pp. 12-15.
[8] Haley, J., “The Myth of the Reluctant Litigant”, Journal of Japanese Sutdies, 1978, 4, pp. 359-390.
[9] Gibbs, W., “The Kpelle Moot: A Therapeutic Model For Informal Justice Settlement”, Africa, 1963,
N° 33, pp.1-11.
[10] Gulliver, P.H., Disputes and Negotiations: A Cr5oss-Cultural Perspective. Nueva york, Academic
Press, 1979.
[11] Vroom, P., Fossett, D., and Wakefield, R., “Mediation: The Wave of The Future”, American
Family, 1981, 4, pp. 12-15.
[12] Merry, S.E., “The Social Organization of Mediation in Non Industrial Societies: Implications for
Informal Community Justice in America”, In R. Abel Ed. , The Politics of Informal Justice. Vol. 2
Nueva York, Academic Press, 1982.
[13] Epstein, A., “Dispute Settlement Among the Tolai”, Oceana, 1971, 41 (4), pp. 157-170.
[14] Gulliver, P.H., Disputes and Negotiations: A Cr5oss-Cultural Perspective. Nueva york, Academic
Press, 1979.
[15] Nader, L., Ed. Law in Culture and Society, Chicago, Aldine, 1969.
[16] Lederach, J.P., “La regulacion del conflicto: interpersonal y de grupos reducidos”. Manuscrito
inedito, universidad de Colorado, 1984.
[17] Antoun, R., Arab Village. Bloomington: Indiana University Press, 1972.
[18] Pospisil, L., “Legal Levels and Multiplicity of Legal Systemas in Human Societies”, Conflict
Resolution, 1967, N° 11, (1), pp. 2-26.
[19] Yaffer, J., So Sue me! The Story of a Community Court, Nueva York, Saturday Revieww Press,
1972.
[20] Bianchi, H., “Returning Conflict to the Community: The Alternative of Privatization”, Manuscrito
inedito, Holanda, Amsterdam, 1978.
[21] Six , J.F., Dinamica della mediacion, Barcelona, BsAs, Mexico, 1997, p.34.
[22] Folberg, J., A. Taylor.A,., Mediacion. Resolucion de Conflictos sin Litigio. Mexico, Noriega ,
1997, p.22.
[23] Moore, C., El proceso de Mediacion. Argentina, Granica, 1995, p.52.
[24] Moore, C., El proceso de Mediacion. Argentina, Granica, 1995, p.53.
[25] Werner, L., International Politics: Foundations of the System, Minneapolis, University of
Minnesota Press, 1974, p. 95.
[26] Martinez de Murguia, B., Barcelona, Mexico, Buenos Aires, Paidos, 1999, p.11.
[27] Ginsberg, R.B. “ American Bar Association Delegation Visits The People’s Republic of China”,
American Bar Association journal, 1978, N° 64, pp. 1516- 1525.
[28] M. Suares. Mediacion . Conduccion de disputas, comunicacion y tecnicas. Paidos, 2da ed. 1999,
Argentina.
[29] M. Suares. Mediacion . Conduccion de disputas, comunicacion y tecnicas. Argentina, Paidos, 2da
ed. 1999, P.48.