26 de junio de 2009

AVISO IMPORTANTE

Estimados alumnos,

soy Florencia, asistente de la Dra. Susana Nuin. Les comunico que Susana se encuentra haciendo reposo por una fuerte gripe y mañana no podrá dar clase.
Solicita que le envíen a procomuba@gmail.com los trabajos a realizar para el sábado pasado, como así también que lean del Blog "Los itinerarios del otro" (publicado el 12 de mayo) con particular atención; y la entrevista a V. Fisas.
La clase perdida será recuperada, Susana acordará la fecha con ustedes.
Les pediría difundir entre ustedes que mañana no cursarán para que todos estén al tanto.


Saludos cordiales

Cultura de paz, resolución de conflictos y derechos humanos - Entrevista a Vincenç Fisas

Publicado en Revista Futuros No 7. 2004 Vol. II
http://www.revistafuturos.info


Vinceç Fisas ganó el Premio Nacional de Derechos Humanos en 1988 en España, es titular de la cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Barcelona y lleva muchos años estudiando y trabajando en la temática de paz y resolución de conflictos. Por paradógico que parezca, lo cierto es que es poco usual que existan personas e instituciones que conecten e integren el quehacer de ambos campos. Incluso se trata de dos comunidades de activistas de la sociedad civil, -prevención de conflictos y derechos humanos-, entre las cuales no escasean los desencuentros. Por ello Futuros le preguntó:

¿Cuál es su perspectiva y experiencia sobre la conveniencia y factibilidad de trascender e integrar las temáticas de paz y resolución de conflictos con la de derechos humanos?

Efectivamente hay una cierta tensión entre las personas que están centradas en el ámbito académico con los profesionales que tienen una visión más cercana de los conflictos porque tienen un enfoque práctico en el terreno. También hay una cierta tensión entre la comunidad que se dedica a los derechos humanos y las personas que se dedican a la actuación, la gestión, o la transformación de los conflictos sobre el terreno; pero es una tensión que existe de la misma manera entre medios de comunicación, periodistas, y personal humanitario, es decir, ambos se necesitan y hay que buscar la manera de que la teoría y la práctica vayan de la mano y entonces sigan superando estos desajustes que hay en la actualidad. Lo cierto es que en el ámbito de construcción de paz y en análisis de conflictos hay una gran complejidad por lo que se necesita de la aportación, la visión, la intuición, y los conocimientos de todos los sectores.

¿Cómo piensa que pudieran estas organizaciones de derechos humanos mezclarse, de alguna manera, en prevención de conflictos y cultura de paz?

En realidad, en estos momentos, ya estamos viendo algo que pudiera ser como un cambio de paradigma en la manera de hacer y de entender de todas estas diferentes comunidades. Es evidente que, por ejemplo, no tiene ningún sentido, ni es eficaz, ni nos lleva a ninguna parte actuar de una manera muy reactiva, puramente asistencial, sin tener una mirada a lo que son las raíces de los conflictos violentos, y cuáles han sido sus detonantes, pero sobretodo a las raíces más lejanas, porque una vez que se aborda este conflicto, estas raíces van a volver a tener expresiones en diferentes etapas y esto lo tienen que hacer personas o instituciones especializadas. Pero al mismo tiempo las instituciones que están trabajando en el campo asistencial o de ayuda humanitaria tienen que hacer su trabajo de tal manera que esta asistencia sirva también para el proceso de reconciliación, de participación de las comunidades en la gestión de lo que va a ser su vida. Es decir no se puede ver este proceso parcelado. Hay que buscar una integración en el trabajo y de esta manera todas las comunidades estarán apoyando al resto que estarán trabajando sobre el terreno.

Sobre algo que mencionó primero. Usted es un académico y también tiene una práctica activa, ¿cómo mezcla estas dos actividades? ¿cómo se relacionan entre ellas?

Yo me considero más un activista que un académico. Para poner un ejemplo, he dedicado años a estudiar el desarme, he estado haciendo investigaciones sobre el comercio de armas, pero esos estudios los llevé al terreno práctico. Tuve la experiencia de haber estado 7 años coordinando campañas de Amnistía, Greenpeace, INTERMON, Médicos Sin Fronteras. Este trabajo práctico estaba enfocado a cambiar leyes, actitudes de los centros de dirección política, a sensibilizar a la opinión pública, a hacer posible que hayan programas de recolección y destrucción de armas ligeras. Este trabajo en el terreno práctico hace que los conocimientos sobre desarme sirvan para algo, no solamente para escribir libros. De la misma manera, las experiencias que uno puede tener al intervenir en contextos conflictivos, transforman los principios teóricos o las intuiciones que uno tiene y luego las puedes escribir a partir de la propia experiencia al haber practicado determinadas facilitaciones.

¿Podría decirnos en que actividades concretas y en cuál etapa de desarrollo de un conflicto cree que sea mas efectiva la participación de la sociedad civil?

Siempre. La sociedad civil siempre tiene un papel importante en cualquier etapa, lo que no quita que hay determinadas cosas que no podrá hacer la sociedad civil, pero puede presionar, ejercer una fuerza para que los actores claves en el conflicto se sienten a negociar, entablen un diálogo, no pacten un salida falsa, se vaya a la raíz de los problemas. La participación cívica es absolutamente necesaria en el conjunto de un proceso de paz, cuando un acuerdo de paz es solamente entre cúpulas o las élites de poder y no hay una bajada a la base para que sea suscrito, rubricado por el conjunto de la sociedad, entonces este acto simbólico de firmar un acuerdo no sirve para mucho.

Habló del papel de la sociedad civil en presionar, pero ¿qué piensa sobre la etapa de negociaciones? ¿cómo ve la actuación de la sociedad civil en la etapa de negociación?

Es evidente que la sociedad civil, por su amplitud, no va a hacer el actor protagonista, porque no es posible hacer una negociación con miles de personas, o centenares de miles o millones. La negociación es una etapa donde los centros de dirección política, los gobiernos y los grupos armados con sus líderes a la cabeza tendrán que tomar decisiones y entablar un diálogo y llegar a acuerdos. El papel de la sociedad civil es estar atenta a ese diálogo, hacer lo posible para que no se rompa, para que sean justos, y luego que sea cumplido lo acordado, entonces evidentemente tienen un papel muy importante, pero no protagónico, en una fase determinada de las negociaciones.

Usted ha afirmado lo siguiente “...desde la educación para la paz, se ha dicho siempre y con razón, que hemos de educar para la disidencia, la indignación, la desobediencia responsable y la elección con conocimientos y la crítica, es decir, para salirnos de las propuestas de alienación cultural y política” ¿De qué modo podrían las actuales sociedades orientadas hacia la normatividad, el orden, la disciplina ciudadana, incorporar una educación orientada hacia el pensamiento crítico, la autonomía ética y la disidencia desde ellas?

A mí me parece fundamental porque en este mundo se dice tantas veces que hay un pensamiento único, una sola manera de entender las cosas que al final se provoca mucha pasividad. Por eso para romper eso, desde la educación formal o no formal, hay que dar espacios de libertad, pero insisto en añadirle la palabra de responsabilidad, Tiene que ser una crítica y una disidencia responsable para que la gente tome elecciones diferenciadas a lo que es lo normal o lo habitual y se rebele contra lo que considere injusto. Esto es fundamental hacerlo desde la primera infancia y que continue hasta la universidad. Aplicar el principio de solidaridad que incorpora conocimiento y que incorpora también la responsabilidad de escuchar a los demás y de entender sus demandas y actuar de manera más fraternal y con mayor justicia. Para poder avanzar en el mundo y cambiar el planeta uno de los requisitos básicos es educar en una disidencia responsable.

¿Quisiera que me explicaras más el concepto de “disidencia responsable?

En el sentido de que la disidencia no vale cuando es puro egoísmo o porque nos da pereza una cosa, o porque no estamos habituados a hacer una cosa diferente. La disidencia tiene que ir de la mano de la responsabilidad, insisto mucho en eso, es decir, evaluar y calcular las consecuencias de lo que estamos haciendo, aceptar la responsabilidad de nuestros actos, y como dijera Kant “es como un imperativo categórico”; en definitiva es pensar un poco en el efecto que tienen nuestros actos sobre los demás. Esa primera reflexión es lo que permite que un acto de disidencia sea hecho, no solamente con valentía, sino con responsabilidad.

Hace unos años conversaba con una maestra argentina, cuando la dictadura, y me decía que ella hizo un experimento con niños acerca de cuál era el valor ético que más admiraban y todos dijeron “la disciplina”. Este valor puede ser algo conflictivo con el término “disidencia responsable”, por eso cuando usted menciona que es importante la educación en valores quisiera saber, ¿que tipo de valores considera importante promover?

El valor primero es la vida, el respeto a la vida, lo que eso significa va por encima de todo lo demás, porque a partir de ahí podemos hablar de derecho. El derecho a la vida sería el primero, pero el derecho al sentimiento personal, a vivir en dignidad, a tener satisfechas las necesidades básicas, a compartir el derecho a amar. Es decir, hay toda una serie de valores muy elementales que por desgracia muchas personas no los pueden llevar a cabo porque están en un contexto de conflicto o carecen de la atención necesaria en sus ámbitos familiares. Difundir estos valores, explicar cuando no existen o cuando no están desarrollados suficientemente y cómo se pueden reivindicar o cultivar, me parece una tarea importantísima

Hábleme de vuestros intercambios de experiencias entre Cataluña y Colombia en la educación de valores ¿en cuáles valores intentan educar?

Estamos al inicio de ese tipo de experiencias, impulsando hermanamientos escolares, hermanamientos de municipios y regiones, de manera que todos los esfuerzos que se están haciendo desde Colombia, que es un país de una gran riqueza en iniciativas de paz, tengan una repercusión en el exterior y particularmente en Europa. Por eso alentamos y propiciamos que personas que trabajan con movimientos sociales, indígenas, afroamericanos o mujeres procuren pasar por Cataluña o por otros lugares de España, a contar sus experiencias y que puedan contrastarlo con movimientos similares aquí, en el espacio europeo. Esto es muy enriquecedor para unos y para otros, y creo que es una línea que hay que impulsar de una manera muy decidida.

Y en Colombia, en particular, ¿qué están haciendo?

En Colombia se está alentando una cooperación descentralizada, es decir, ver el potencial que tienen los propios municipios para colaborar directamente entre sí y esto supone, primero una comunicación y luego una colaboración en proyectos, programas, experiencias. No se trata sólo de que desde Europa se dé apoyo económico sino que sepamos, con mayor exactitud, los aportes que nos puede dar la propia sociedad colombiana en estos esfuerzos titánicos de buscar y construir la paz.

Usted ha dicho lo siguiente: “Para Gorostiaga, la alternativa al mal desarrollo generado por la globalización elitista estaría en lo que denomina "geocultura del desarrollo" emergente, una civilización que viene desde abajo y que prioriza la calidad de la vida, la sostenibilidad, la simplicidad, la equidad y la felicidad compartida (Gorostiaga, 1997: 167-186). Se trataría de una revolución cultural y ética, en donde el desarrollo se convierte en una relación equitativa, participativa, sostenible y armónica entre los seres humanos y con la naturaleza”.¿Por qué se identifica con la definición de “geocultura del desarrollo” de Gorostiaga?

Justamente porque creo completamente en que una civilización no se construye a partir de acumulación de riquezas y de bienes innecesarios y de espaldas a la naturaleza. Debemos buscar cómo satisfacer las necesidades básicas, garantizarlas para todo el mundo, pero hacer un desarrollo que sea sostenible con la naturaleza, que podamos traspasar a nuestros hijos y a nuestros nietos un mundo en mejores condiciones, como lo heredamos nosotros, que sepamos vivir un poco más con la simplicidad, es decir no aspirando a acumular lo que no es necesario. La felicidad “compartida” es muy importante. No vivimos de manera aislada sino en una comunidad que es muy diversa y la búsqueda a la felicidad propia pasa también por conocer las necesidades y las aspiraciones de los demás. Hay que hacer todo lo necesario para que la felicidad sea un bien universal y no solamente de unos pocos.

La Revista Futuros promueve la producción de una nueva escuela de pensamiento latinoamericano en torno al concepto de desarrollo humano sustentable ¿cuáles sugerencias formularía a nuestros lectores sobre la mejor manera de integrar la construcción de culturas de paz y la creación de capacidades institucionales, nacionales o multilaterales de prevención y transformación de conflictos en el impulso al desarrollo?

Aquí habría mucho que decir, pero quizás las líneas claves serían que no es posible el desarrollo si no hay paz y no hay paz si no hay justicia social. Digamos que va todo de la mano. Entendemos la paz, no como un estado idílico, sino más bien como un proceso de transformación constante de las sociedades y de las personas en la que vamos perdiendo el miedo a tratar los conflictos cotidianos. Los conflictos son necesarios para nuestro crecimiento, lo que hay que buscar las maneras, tanto a nivel personal como institucional, de evitar la presencia de la violencia en el abordaje de los conflictos. Esto es fundamental. Cuando estamos ante contextos de conflictos armados, evidentemente lo primero es que todo el esfuerzo debe estar centrado en cambiar esta situación, y de ahí pues que los modelos en que se construyan procesos de paz son muy importantes, pero hay muchos modelos y cada país tiene que buscar el propio.
Finalmente debemos acabar de entender e interiorizar que el desarrollo no es el puro crecimiento económico, sino que tiene que buscar un tipo de relaciones armoniosas entre las personas, y entre las personas con la naturaleza, que permita una sostenibilidad.

¿Qué papel cree usted que puede jugar la cooperación internacional al desarrollo, en particular la Unión Europea, en la promoción de culturas de paz y la construcción de capacidades institucionales para la prevención y transformación de conflictos en América Latina y el Caribe,?

De cara a América Latina y las asociaciones con Europa, no creo que sea tanto una cuestión de dinero o de ayuda económica, o de ayuda oficial al desarrollo, sino de ayudar a promover lo que se llama la buena gobernabilidad.
Erradicar la corrupción, que es una lacra en América Latina demasiado grande, y que las poblaciones tengan garantizados estos mínimos de necesidades básicas que antes se hacia mención. Prevenir los conflictos a partir de instrumentar políticas más justas y más centradas en la erradicación de la pobreza, incrementar los procesos más participativos; todo ello irá disminuyendo los riesgos de tensiones que, por desgracia, en Amética Latina son constantes y que afectan a muchos países.

¿Qué papel cree que pudiera jugar el sector privado en este sentido?

El sector privado puede ser un actor de paz de primera línea aunque muchas veces, por desgracia, es un actor de enfrentamiento. Es un hecho de que en muchos países el sistema impositivo es muy bajo y que ello no permite que el estado tenga presencia suficiente en muchos sectores por lo que es necesario un compromiso del sector privado y los empresarios. Primero deben apoyar procesos de paz en los países que estén en este contexto para luego hacer posible políticas de desarrollo de parte del gobierno a través de la gestación de un sistema impositivo más elevado y que permita obtener los recursos necesarios para este desarrollo.

¿Hay algo más que desearía comunicar a nuestros lectores?

No, felicitarles por la iniciativa y por la línea de su revista. La construcción de paz es un acto que nos obliga a todos, estemos donde estemos, en el norte o el sur, en la riqueza o la miseria y es un trabajo compartido, necesario y urgente.