10 de junio de 2009

Cuando el conflicto es construcción-posibilidad


El conflicto como constante en la vida de la persona y de la sociedad

Bajo la gran variedad de nombres y de situaciones problemáticas, existe un elemento que denomina y agrupa de manera amplia y sistemática: el conflicto. Demuestra la historia, que el conflicto como tal es una constante en la vida del hombre y de la sociedad. Aquello que encontramos hoy de manera manifiesta es la elaboración del concepto conflicto, con su tipología y con la diversidad de características que lo constituyen. La pregunta que emerge, en este análisis, es: ¿cuál es el significado que tiene el conflicto para las Ciencias Sociales? En realidad para las Ciencias Sociales es una clave de interpretación que puede ser utilizada para leer la realidad social, ya que el conflicto es parte del proceso de interacción social. Simmel había notado que según cada forma de interacción entre las personas, en una sociation, el conflicto deberá ser considerado como tal, se trata de un fenómeno difundido universalmente.

¿Cuáles son los motivos que provocan un conflicto? Se constata que en general un conflicto nace cuando se pone en movimiento una interacción sugestiva, contrapuesta, marcada por la agresividad, alcanzando algunas veces límites de violencia. Las diferencias de convicciones, ideas, valores, intereses, objetivos determinados, culturas varias, sensibilidades múltiples, se vuelven, en vez de un enriquecimiento como sucede contrariamente en otras oportunidades, ocasiones para someter o suprimir al otro. Estos motivos, partiendo de la dimensión interpersonal, se abren en espiral, pasando por grupos, instituciones, para alcanzar el nivel macrosocial. El conflicto connota en general una cosa negativa. En cambio, afrontar los conflictos permite transformar la realidad de manera positiva.

Mirando el conflicto desde las Ciencias Sociales.

La tradición teórica del conflicto social, iniciada por Maquiavelo, Hobbes y luego desarrollada por Marx, Weber, Dahrendorf, Coser, Gurtevich, Simmel, Luhman, Touraine y otros estudiosos, demuestra que la preocupación e interés por el conflicto organizado y sostenido se remonta a tiempos lejanos. Muchos son los especialistas que abordan el tema del conflicto en las Ciencias Sociales. A continuación se presentan brevemente las concepciones de algunos estudiosos del conflicto, como Simmel, Coser y Comte, Weber y Marx. Para Simmel el conflicto tiene como objetivo la solución de dualismos divergentes y son un modo de alcanzar una cierta unidad. Mientras Coser afirma, que la acción del conflicto en general incluye el esfuerzo deliberado y consciente de oponerse, resistir y coartar la voluntad de otro u otros para neutralizar, perjudicar o eliminar al rival. Comte, considera el conflicto también como la competencia, un proceso disociativo, caracterizado por la competencia que deviene conflicto sólo cuando ésta se trasforma en un proceso antagónico consciente y personalizado. Weber considera que una relación social será considerada como conflicto en tanto que la acción que ella implica esté intencionalmente dirigida a hacer valer la autoridad del actor contra la resistencia del otro o de las otras partes. El conflicto es el punto cardinal no sólo de la relación entre clases, sino también al interior de cada clase y en las organizaciones. El centro del conflicto para Weber es la disparidad en la distribución de los recursos, materiales y culturales, y es la disparidad entre poder y recursos que genera mayor conflicto. Weber, veía la importancia de la convivencia con los conflictos, cómo resolverlos para superarlos. La concepción del conflicto en el pensamiento de Marx es fruto de un recorrido de tematizaciones que encuentra constante referencia en las reflexiones de Hegel. El conflicto perenne no es otro que el conflicto entre clases sociales, uno de los méritos de Marx es aquel de haber captado en el conflicto entre clases el aspecto dinámico de la sociedad, las clases que se forman en la división de propiedad son los agentes en conflicto en la lucha por el poder político. En el conflicto Marx encuentra un elemento que, en su dramatismo, juega un rol positivo en el desarrollo social de innovaciones. Se observa, en la concepción de Marx, que no trata al conflicto como un aspecto social propio de la interacción humana.

Tres grandes líneas o concepciones emergen de la sociología con respecto al conflicto. Una ve el conflicto como fenómeno patológico, que señala los síntomas para un diagnóstico de enfermedad social, subrayando la negatividad conflictiva de ciertas interacciones sociales. Una segunda línea considera el conflicto como un elemento determinante del cambio social, que reordena, distribuyendo con equilibrio, la participación de las diversas partes en cuestión. Concibe el conflicto como un elemento fundamental para cada estímulo de transformación. La tercera línea, en cambio, conforma la corriente del pensamiento de la denominada cultura del conflicto, donde el conflicto se institucionaliza. Allí, la temática en general se vincula a lineamientos macrosociales, como el tema de la cultura, de las etnias, de los vínculos internacionales.

El conflicto: de objeto “conflictivo” a objeto de estudio

En nuestros días el conflicto es valorado en las Ciencias Sociales, ya no como un elemento que se añade a los estudios de las interacciones sociales, hoy se reconoce al conflicto el ser constitutivo de las interacciones, gozando de un tratamiento específico en este contexto. Dentro de cada situación de conflicto se abre una brecha de múltiples posibilidades de resolución, eficaces, en búsqueda permanente de un punto que la desanude. El pensamiento de Hartmann[1] muestra, en definitiva, el consenso sobre el conflicto institucionalizado que afronta la actual sociedad occidental, que ha desarrollado incluso una “cultura del conflicto” capaz de lograr encuentros y consensos. En términos valorativos, la cultura del conflicto implica la consideración válida del conflicto mismo, no por cuanto éste posee de antagónico y hostil, sino por la confianza en los medios de resolución- todo es negociación, todo es posible de resolver- dando lugar a enriquecimientos y resultados liberadores. La interiorización del conflicto, como elemento clave y positivo implica un paso adelante en la concepción que la sociedad occidental tiene de su desarrollo y que, sin dudas, supera, trasciende y corrige la imputación negativa que pueden atribuir al conflicto las teorías funcionalistas.

Características del conflicto en la postmodernidad

Se encuentra una convergencia entre diversos autores que consideran cinco características principales del conflicto[2]: A) las partes en un conflicto, personas, grupos, instituciones, naciones, son claramente identificadas: el conflicto es altamente consciente y personal. El adversario es notado, es respirado, despreciado y temido. B) los fines se excluyen recíprocamente, cada elemento del conflicto es voluntariamente y conscientemente mantenido y acentuado. En una situación de conflicto existe un encuentro fundamental de intereses, deseos, voluntades, valores, objetivos e interpretaciones de los eventos y soluciones, vistos por las partes en conflicto como diametralmente opuestas, incompatibles, incongruentes e inconciliables. Cada parte considera las intenciones de la opuesta como un impedimento directo o una amenaza a la propia seguridad y bienestar, como consecuencia cada una de las partes se esfuerza por hacer prevalecer sus propios intereses y valores. C) ambas partes buscan eliminar a la otra de la arena social. Los encuentros de intereses pueden ser resueltos sólo neutralizando al adversario, en algunos casos sin recurrir a medios violentos, pero solamente con la fuerza e incluso con la violencia, derrotando al adversario y arribando a su aniquilamiento. D) el conflicto es en general de duración breve, por los recursos que exige poner en movimiento no puede mantenerse por tiempo muy prolongado. E) es un fenómeno universal, en gran parte a causa de los encuentros inevitables de fines e intenciones, sea al interior de los grupos o complejos sociales como también en las relaciones y en cada individuo.

Una tipología del conflicto en la postmodernidad

Una tipología a grandes rasgos presenta seis tipos de conflicto:A) el conflicto latente que ocurre en la clandestinidad o de manera tácita. B) el conflicto abierto cuando se manifiesta explosiva y estrepitosamente. C) el conflicto directo cuando personas, instituciones o estructuras diversas obstaculizan, luchan o se destruyen recíprocamente para alcanzar algún objetivo. D) el conflicto indirecto cuando no se manifiesta la lucha pero cada parte busca alcanzar los propios objetivos, obstaculizando a los otros la posibilidad de alcanzarlos. E) el conflicto no violento disociado del uso de la fuerza o violencia, como se da en los conflictos de ideas, valores, normas. F) el conflicto violento cuando implica el uso de la fuerza y violencia para eliminar o destruir al adversario.

Llegando al corazón del conflicto

El conflicto re-encuentra su propio origen en la mayoría de los casos en un proceso comunicativo deficitario, alterado o fallido. La comunicación atraviesa en su totalidad al conflicto, y puede revelarse como factor determinante en la construcción de nuevas y posibles soluciones de conflictos o puede ser aquel factor determinante por el cual el conflicto no encuentra el horizonte de la resolución. Diversos autores consideran que el conflicto puede ser la punta del iceberg que usualmente tiene adentro una larga historia de carencia de comunicación o mala comunicación[3]. El motivo central por el que el conflicto y la comunicación se encuentran particularmente vinculados está dado por los fundamentos que los constituyen. El conflicto ocurre en la interacción social, la comunicación nace y se desarrolla en las relaciones y procesos sociales que configuran a su vez las interacciones sociales. Relaciones y procesos sociales, dos palabras claves que muestran el origen del cruce en el que se manifiestan y actúan los conflictos y la comunicación.
La perspectiva desde la que presentamos el tema del conflicto centrado en la comunicación nos permite visualizar su actuación vinculante entre comunicación y conflictividad, y focalizarla en lo que cada una contribuye a la definición de la otra. En este trabajo se pone atención sobre el fenómeno denominado conflicto comunicativo, donde conflictividad y comunicación se entrecruzan concentrando la dimensión conflictiva en el proceso comunicativo.

Partiendo de la etimología de la comunicación

Consideramos oportuno hacer referencia a la etimología de la comunicación, teniendo como una de las partes centrales de nuestro trabajo el conflicto comunicativo. El motivo: poder apreciar tanto su esencia etimológica, sus objetivos desde la etimología, y considerar qué puede comportar la realidad conflictiva cuando la meta comunicativa no es alcanzada. La etimología misma de la comunicación nos lleva a su raíz latina: communis, donde comunicación quiere decir tener algo en común para compartir. Cum (con, juntos) y munia (deberes, vínculos), pero también moenia (el muro) y munus (el don). Por lo que communis significa: estar vinculado, ligados juntos, conectados por tener deberes comunes, por compartir una suerte común o por haber intercambiado un don. Al mismo tiempo, el término griego koinoonia, que significa comunicación y comunidad, explica a nivel etimológico la estrecha relación siempre establecida entre comunicarse y estar en comunidad. La palabra comunicación desde un punto de vista etimológico deriva de los vocablos latinos communicare y communicatio, por lo que se trata de la acción mediante la cual aquello que era propio y exclusivo de uno viene a ser participado a los otros.

Focalizando el conflicto comunicativo

El conflicto comunicativo es un fenómeno de la creación humana que forma parte natural de las relaciones. Es un proceso interactivo que se da en un contexto determinado. Es una construcción social, cultural y humana. Un conflicto comunicativo es un proceso de interacción, que nace, crece y se desarrolla. En el conflicto comunicativo como interacción se tejen el sentir, el pensar y el actuar. Puede al mismo tiempo transformarse, desaparecer y/o disolverse, y otras veces puede quedar estacionado en el tiempo. El conflicto comunicativo es un proceso complejo. Siempre el conflicto ocurre entre dos o más partes, sectores o frentes, que van desde personas, a grupos, instituciones, estructuras sociales, culturas, etnias, hasta pueblos. En el conflicto comunicativo predominan las interacciones antagónicas, quien participa lo hace con todo su equipaje en sus acciones, pensamientos, afectos y discursos. El proceso conflictivo es co-construido por las partes y pueden tanto dirigir ellos el conflicto como llamar a una tercera parte. En la co-construcción esto no implica necesariamente consenso. El conflicto puede ser o no un proceso agresivo. Las partes pueden asemejarse, ser equivalentes, o totalmente distintas. El conflicto comunicativo no se da de una vez y para siempre, es un proceso. Es el resultado de un juego, de confrontación, de la lucha de la convergencia entre las partes. Las partes pueden dar forma al conflicto comunicativo cuando crean un elemento de interacción y van trazando un canal por el que circula el conflicto. El conflicto comunicativo es canalizado por las partes a través de la interacción que entre ellas se genera, no tiene origen, por lo general, en una de las partes, sino que se genera entre ambas, donde algunos sectores son incompatibles, puede ser en las creencias, en las acciones, en las conductas. El conflicto comunicativo puede auto-organizarse, es por lo general de naturaleza dialéctica. Es un elemento que muchas veces se demuestra necesario, aunque no siempre, en la construcción, reconstrucción, transformación humana de la organización y de la realidad social. Los criterios destructivos del conflicto comunicativo pueden ser canalizados hacia una expresión constructiva. Concebir la transformación de un conflicto quiere decir comprender dinámicamente la realidad, siendo consciente de que la solución definitiva de un conflicto sólo puede ocurrir en la medida en la que se alcanzan las raíces de los males que lo han causado.


La resolución de conflictos, recurso de todos los tiempos

Breve itinerario histórico


La resolución de conflictos posee una gran diversidad de denominaciones en la historia, aquí sólo mencionamos algunas a modo ilustrativo. Van desde la mediación, resolución de conflictos, a los procesos de reconciliación, conducción de disputas, cultura de paz, negociación. En esta breve historia, la atención se concentra en la resolución de conflictos mayormente reconocida en las diferentes culturas por tener el mérito de ser una importante fuente para la convivencia en todos los tiempos.

En la antigua China, la resolución de conflictos era la principal fuente para resolver los litigios, Brown (1982)[4]. De hecho ha sido utilizada más ampliamente en China y Japón, donde la religión y la filosofía concedían gran importancia al consenso social, a la persuasión moral y a la búsqueda de un equilibrio o armonía en los lazos humanos. Según Confucio, la resolución óptima de un litigio ocurría a través de una persuasión moral, por el acuerdo y no bajo presión. Confucio hablaba de la existencia de una armonía natural en las relaciones humanas que no debía interrumpirse (Cohen, 1966)[5].

La resolución de conflictos, tiene una rica historia en las leyes y hábitos japoneses (Hernderson, 1965)[6]. Se esperaba que el líder de una población ayudase a resolver los litigios. La tradición de resolución de conflictos impregna la vida de los japoneses (Vroom, FOCET, y Wakefield, 1981)[7]. Y esta preferencia en Japón refleja una preferencia general para una resolución de los litigios menos formales (Haley, 1978)[8]. En algunas partes de África el hábito de reunirse en asamblea ha constituido, durante mucho tiempo, un mecanismo informal para la resolución de una serie de litigios interpersonales. Sea uno contendiente o vecino puede convocar una asamblea, en la que una personalidad respetada, o autoridad, actúa como mediador para ayudar a las personas interesadas a resolver su conflicto en forma cooperativa. El rol de este personaje y la tradición de la asamblea cambian de una comunidad a otra, pero todas buscan la conciliación sin la intervención de un juez, de un árbitro o del uso de sanciones (Gibbs, 1963)[9]. El éxito de la asamblea se debe en parte, a los mismos circuitos de parentela que existen dentro de las numerosas comunidades africanas (Gulliver, 1979)[10]. Los grandes círculos familiares y de parentela han constituido un recurso para la resolución de conflictos en muchas tierras y culturas (Vroom, FOCET, y Wakefield, 1981)[11]. Los jefes de las familias patriarcales y matriarcales han ofrecido sabiduría y modelos de ayuda a los miembros de la familia para resolver sus litigios. Poco a poco, las familias rurales se integran para dar lugar a pequeñas poblaciones y éstas se constituyen luego en ciudad, la familia núcleo ha sustituido a la familia amplia, y la estructura familiar ha disminuido sus recursos para la resolución de conflictos. Las personas han demostrado una tendencia creciente a la búsqueda de mecanismos formales en vez de informales para resolver los litigios (Merry, 1982)[12].

En Melanesia, las poblaciones Tolai de Nueva Bretaña tenían cada una un consejo y una comisión que se reunía regularmente para resolver las dificultades (Epstein, 1971)[13]. Su rol consistía en “mantener el orden del debate y la libertad de expresión en beneficio de las partes y de todos aquellos que decidieran expresar sus opiniones” (Gulliver, 1979)[14]. En general, la resolución de conflictos históricamente y en las diversas culturas, ha sido practicada por personas dotas de entrenamiento informal, y el rol de un tercero se ha dado en el contexto de otras funciones o deberes. América Latina y otras culturas hispanas también tienen una historia sobre los acuerdos en los litigios a través de la resolución de conflictos. Se conoce por ejemplo el proceso de resolución de litigios en los paisanos mexicanos (Nader, 1969)[15]. Siempre en la cultura hispana se ha encontrado un modelo de resolución de conflictos (Lederach, 1984)[16].
Todas las comunidades aborígenes demandaban a los ancianos y ancianas la resolución de los conflictos de sus poblaciones.
La resolución de conflictos ha sido utilizada también en algunas ciudades árabes de Jordania (Antoun, 1972)[17]. Los grupos étnicos y religiosos, como también otras subculturas, han establecido históricamente sus propios sistemas alternativos para resolver los litigios (Pospisil, 1967)[18].
El Beth Din Judío, consejo formado por un grupo local de rabinos, existió con este fin durante muchas generaciones (…) (Yaffer, 1972)[19]. Los tribunales de rabinos judíos y europeos han sido decisivos en la resolución de conflictos entre miembros de la misma fe (Bianchi, 1978)[20].
La resolución de conflictos institucionales siempre ha existido. En la historia del rey San Luis IX, el Sr. De Joinville dice: “muchas veces el buen santo, después de haber escuchado la misa, en verano, iba al bosque de Vincennes para sentarse al pie de una glicina. Los que querían se sentaban a su alrededor y todos aquellos que tenían alguna situación que resolver se dirigían a él, sin que nadie se los impidiese.” [21]

Durante siglos la iglesia o el templo han realizado un rol importante en la resolución de conflictos entre sus propios miembros. Con frecuencia, el párroco, sacerdote, ministro, pastor o maestro local era invitado a intervenir, especialmente en litigios familiares, para sugerir la forma en que las partes podrían convivir y re-organizar las propias relaciones. Existe una rica tradición de resolución de conflictos en el Nuevo Testamento que proviene de las enseñanzas de Pablo, que dirigiéndose a la comunidad de Corinto, quiere que sus litigios no sean resueltos en los tribunales, sino que se nombre a una persona de la misma comunidad para conciliar (1 Corinto 6, 1-4). Existen muchas bases bíblicas y notas para aquellos que se comprometen en promover la coexistencia pacífica: “felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5,9)[22].
La Biblia afirma: Jesús es una mediador entre Dios y el hombre “porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a su debido tiempo” (I Timoteo 2,5-6)[23]. Por lo tanto es el gran mediador, que resuelve los conflictos entre Dios y los hombres, y de los hombres entre ellos.
Hacia el Renacimiento, la Iglesia Católica fue probablemente la organización fundamental de resolución de conflictos en la sociedad occidental[24].
Una larga historia se da en las colonias norteamericanas y en EEUU. Con la ascensión de los de los estados-nación que han asumido nuevos roles de intermediarios diplomáticos, embajadores, vinculados a la política internacional (Werner 1974)[25]. Sólo en los inicios del siglo XX la resolución de conflictos ha sido institucionalizada y se volvió una profesión.
La reflexión sistemática sobre la resolución de conflictos como ámbito especializado se inicia en la segunda mitad del siglo XX. Su estudio corresponde a una nueva sensibilidad que cobra fuerza en occidente al término de la Segunda Guerra Mundial, radicalmente contraria a la violencia [26].

Nuevas perspectivas de convivencia


La resolución de conflictos a gran escala se sigue ejercitando en la actualidad en la República Popular China a través de la institución de las Comisiones Populares de Conciliación; e incluso, en el sistema legal chino se concede una importancia considerable a la autodeterminación y a la mediación en la resolución de cada tipo de litigio (Ginsberg, 1978)[27]. A mediados del decenio de los años 70 en EEUU nació una nueva corriente orientada a la resolución alternativa de conflictos. Su crecimiento fue veloz a causa de los buenos resultados que ofrecía; posteriormente fue incorporada al sistema legal (…)[28]. Hacia fines de los años 70, se comenzó con el sistema de resolución de conflictos en el Reino Unido. En cambio, en Francia la historia ha sido diferente, donde comenzó a implementarse en el derecho público y se extendió luego al derecho privado (Suares 1996)[29].
En España el desarrollo de la cultura de paz ha dado importantes aportes, tanto al marco teórico como práctico de la resolución de conflictos. En 1990 se manifiestan diversas teorías de resolución de conflictos en América Latina; en los últimos dos decenios han comenzado a desarrollarse, con aportes provenientes de diversas disciplinas. En la última década, algunos autores de EEUU, Europa, América Latina y África están concentrando sus esfuerzos en dar respuesta a las múltiples demandas de diálogo que emergen bajo diversos conflictos, contiendas, controversias y falta de orientación comunicativa, expandiendo la resolución de conflictos y la comunicación a nuevos horizontes.


Dra. Susana Nuin Núñez
Material extraído de Susana Nuin,
Diálogo Cultural de la Unidad en la Diversidad.
Ed. PUG, Roma, 2006.


[1] Hartman, H., Clash of cultures, when and where? Critical comments on a new theory of conflict and
its translation into German International Sociology 10-2, pp. 115-125.
[2] SUARES (1996), DEMARCHI, F., ELLENA, A., (1986), ALTSCHUL (1999), FRIED (2000),
FOLGER (1997), JONES (1997), FLOYER (1990), MUNDUATE1998), LEDEREACH (1998),
FISHER (1994), MULDOON ( 1996) MOORE ( 1995), FISAS (1999), Galtung (1998), Groom
(1996).
[3] CHELI,E., La comunicazione come antidoto ai conflitti, Cagliari, Ed. Punto di Fuga, 2003, p.16.
[4] Brown, D., “Divorce and Family Mediation: History, Review, Future Directions”, Conciliation
Courts Review, 1982, 20, pp. 1-37.
[5] Cohen, J.A., “Chinese Mediation on the Eve of Modernization”, California Law Review, 1966, 54
(2), pp. 1201-1226.
[6] Henderson, D.C., Conciliation and Japanese Law: Tokugawa and Modern, Seattle, University of
Washington Press, 1965.
[7] Vroom, P., Fossett, D., and Wakefield, R., “Mediation: The Wave of The Future”, American
Family, 1981, 4, pp. 12-15.
[8] Haley, J., “The Myth of the Reluctant Litigant”, Journal of Japanese Sutdies, 1978, 4, pp. 359-390.
[9] Gibbs, W., “The Kpelle Moot: A Therapeutic Model For Informal Justice Settlement”, Africa, 1963,
N° 33, pp.1-11.
[10] Gulliver, P.H., Disputes and Negotiations: A Cr5oss-Cultural Perspective. Nueva york, Academic
Press, 1979.
[11] Vroom, P., Fossett, D., and Wakefield, R., “Mediation: The Wave of The Future”, American
Family, 1981, 4, pp. 12-15.
[12] Merry, S.E., “The Social Organization of Mediation in Non Industrial Societies: Implications for
Informal Community Justice in America”, In R. Abel Ed. , The Politics of Informal Justice. Vol. 2
Nueva York, Academic Press, 1982.
[13] Epstein, A., “Dispute Settlement Among the Tolai”, Oceana, 1971, 41 (4), pp. 157-170.
[14] Gulliver, P.H., Disputes and Negotiations: A Cr5oss-Cultural Perspective. Nueva york, Academic
Press, 1979.
[15] Nader, L., Ed. Law in Culture and Society, Chicago, Aldine, 1969.
[16] Lederach, J.P., “La regulacion del conflicto: interpersonal y de grupos reducidos”. Manuscrito
inedito, universidad de Colorado, 1984.
[17] Antoun, R., Arab Village. Bloomington: Indiana University Press, 1972.
[18] Pospisil, L., “Legal Levels and Multiplicity of Legal Systemas in Human Societies”, Conflict
Resolution, 1967, N° 11, (1), pp. 2-26.
[19] Yaffer, J., So Sue me! The Story of a Community Court, Nueva York, Saturday Revieww Press,
1972.
[20] Bianchi, H., “Returning Conflict to the Community: The Alternative of Privatization”, Manuscrito
inedito, Holanda, Amsterdam, 1978.
[21] Six , J.F., Dinamica della mediacion, Barcelona, BsAs, Mexico, 1997, p.34.
[22] Folberg, J., A. Taylor.A,., Mediacion. Resolucion de Conflictos sin Litigio. Mexico, Noriega ,
1997, p.22.
[23] Moore, C., El proceso de Mediacion. Argentina, Granica, 1995, p.52.
[24] Moore, C., El proceso de Mediacion. Argentina, Granica, 1995, p.53.
[25] Werner, L., International Politics: Foundations of the System, Minneapolis, University of
Minnesota Press, 1974, p. 95.
[26] Martinez de Murguia, B., Barcelona, Mexico, Buenos Aires, Paidos, 1999, p.11.
[27] Ginsberg, R.B. “ American Bar Association Delegation Visits The People’s Republic of China”,
American Bar Association journal, 1978, N° 64, pp. 1516- 1525.
[28] M. Suares. Mediacion . Conduccion de disputas, comunicacion y tecnicas. Paidos, 2da ed. 1999,
Argentina.
[29] M. Suares. Mediacion . Conduccion de disputas, comunicacion y tecnicas. Argentina, Paidos, 2da
ed. 1999, P.48.